Belerofonte

Ióbates envia a Belerofonte contra quimera.
 Alexander Andreyveich Ivanov (1829)

Su nombre original era Iponoo y era hijo del rey Glauco de Corintio, en una ocasión participó en una competición de caza en la que mato accidentalmente a un tirano conocido como Belero, momento en el cual cambió su nombre por el de Belerofonte, que significa asesino de Belero, y se exilió en Tirinto, en la corte del rey Preto como huésped.

El rey Preto acogió a Belerofonte y lo purificó, pero desde que apareció se convirtió en obsesión de Esteneaba, esposa del rey Preto, la cual se enamoró a primera vista de el, por lo que le realizó varias propuestas indecorosas que Belerofonte siempre rechazó.

Estenobea no pudo sufrir este desprecio, fue a buscar a su marido y le dijo que Belerofonte había tratado de seducirla a la fuerza. El rey se puso furioso y no deseaba sino acabar la vida del joven corintio, sin embargo debido a las leyes de hospitalidad, no podía hacerlo directamente.

Encarga a Belerofonte llevar una carta sellada de recomendación, a su suegro el rey Ióbates de Licia, padre de Estenebea. Belerofonte acepta el encargo y viaja a Licia con la carta sellada.

Belerofonte vence a Quimera

Ióbates acogió al invitado según las reglas de la hospitalidad y le obsequió con unas fiestas de bienvenida que duraron nueve días. La mañana del décimo día el rey de Licia abrió el sobre cerrado que el huésped le había entregado. Éste decía: «Le agradeceré que pueda sacrificar al portador de este mensaje». No era precisamente una carta de recomendación.

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Para cumplir el encargo, el rey Ióbates envía a Belerofonte a acabar con la Quimera, una bestia que asolaba los campos de Licia y devoraba el ganado. La Quimera tenía cabeza de cabra que exhalaba fuego, cuerpo de león y cola de dragón, antes de encomendar esta difícil misión Belerofonte consultó el adivino Polieides, el cual le aconsejó buscar a Pegaso, el caballo alado, el cual le serviría de ayuda para enfrentarse a Quimera.

Domar a Pegaso era imposible por un mortal, sin embargo Atenea, sabiendo que los actos en los que se había visto involucrado Belerofonte eran sumamente injustos, si recordamos, Belerofonte no había intentado seducir a nadie, decide ayudarle entregándole unas bridas de oro que le permitirán domar al caballo alado Pegaso.

Una vez armado y montado a lomos de Pegaso se dirigió a confrontar a la Quimera, volando sobre el caballo alado empezó a lanzarle fechas, estas no conseguían herir de gravedad a la bestia, pero en un revés del combate, el guerrero insertó la punta de la lanza en la garganta de la fiera y, sorprendentemente, el aliento de fuego de la bestia fundió el plomo del arma, con tanta fortuna que la Quimera tragó el plomo y el metal caliente ingerido le quemó los órganos haciendo que cayera abatida.

Amazona de Fidias (450 a.C.)

Belerofonte se convirtió en un héroe desde este momento, pero Ióbates no dejó de intentar acabar con su vida tendiéndole diversas trampas. Así, le hizo luchar contra los sólimos, un pueblo vecino que invadía constantemente la región y cometía vandalismo, contra las guerreras Amazonas; y, finalmente, contra el grupo de hombres más valientes y fuertes de los territorios del rey. Pero Belerofonte obtuvo la victoria en todas las contiendas.

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Ióbates llegó entonces a la sabia conclusión de que los dioses apoyaban a Belerofonte y quedó cautivado por su bravura, le explicó entonces las causas de todos los males que le había encomendado y como prueba de su aflicción, entregó al héroe la mano de su hija Filónoe, convirtiéndole con el tiempo en rey de Licia.

Sobre el final de Estenobea, la mujer despechada que había causado tantos males a Belerofonte hay dos versiones, en una de ellas se suici

da al enterarse de la boda de Belerofonte con la princesa Filónoe y su futuro ascenso a Rey de Licia.

En otra versión, Belerofonte lleno de soberbia por haber logrado tantos hitos piensa que su lugar esta en el monte Olimpo con los dioses, por lo que trata de llegar hasta allí a lomos de su caballo alado Pegaso. Zeus, indignado por su arrogancia, lanza un aguijón sobre Pegaso, Belerfonte no puede calmarlo y cae al vacío, al hacerlo sufre ceguera y parálisis corporal, Estenobea se entera de lo sucedido y al no poder soportar la culpa se suicida. El caballo alado desbocado por el dardo de Zeus sigue volando hacía el cielo convirtiéndose en la constelación ahora conocida como Pegaso.

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