Hasta luego, amiga.

Hasta luego, amiga.

Rabia. Impotencia. Dolor. Tristeza. Eso es lo que siento ahora que veo que la vida es injusta, fuera de creencias religiosas o espirituales.

Rabia porque ves que una persona que no ha hecho mal alguno en la vida, a la sociedad o al mundo en general, abandona esta vida para dejar atrás amigos, familia, un marido y dos preciosos hijos a los que dio la vida antes de decir adiós. Rabia porque ves que otras personas, bajo mi punto de vista, son más merecedoras de tal final por los actos que han cometido y sin embargo, se aferran a la vida para seguir haciendo el mal hasta que den el último aliento de vida.

Impotencia de ver que no puedes hacer nada por mantenerla a este lado junto a los suyos y que lo único que puedes hacer es despedirte de ella en esa fría habitación de hospital, rodeada de máquinas y pitidos que la mantienen con vida, o en un silencioso tanatorio. Impotencia porque la ves respirar y aun a sabiendas de que no está ya con nosotros, la sensación de ver cómo su pecho se infla de aire, es esperanzadora a pesar de que como ya he dicho, no está con nosotros.

Dolor que me produce escribir estas palabras sabiendo que aunque nos volveremos a ver, ahora mismo estás lejos y los que nos hemos quedado, ya no tendremos tu bondad, tu optimismo, tu fuerza, tu sonrisa… tu amistad. Dolor de ver como con las ganas que tenías de ser madre, no podrás disfrutar del amor que eso dos pequeños trocitos de ti te podrían haber dado.

Leer también:  Ana Carolina López Enriquez una psicópata adolescente

Tristeza cada vez que recordemos la fecha del Sábado cuando te fuiste. Tristeza al ver todas las fotos y recordar todos los momentos a tu lado y que a partir de ahora tendrán que ser ti.

Todo esto es lo que en estos momentos siento, aunque también se mezcla con un sentimiento positivo, un sentimiento de felicidad. Ese sentimiento es el que tengo cuando recuerdo a todas esas personas que estuvieron para decirte adiós e hizo darme cuenta que no estabas sola. Ese sentimiento de felicidad lo tengo cuando pienso en esos dos pequeños que nos has dejado para que los veamos crecer y podamos ver en sus ojos tu reflejo. Ese sentimiento me alcanza cada vez que veo las personas que te van a llevar en sus corazones. Ese sentimiento viene cada vez que pienso que esto no es un adiós, esto es un hasta luego amiga.

Deja un comentario