El teléfono suena, la estación de policía de Suffolk County, Nueva York, no se imagina lo que está a punto de escuchar. Un hombre alterado y nervioso habla desde el otro lado de la bocina, el operador que le atiende sigue el protocolo de llamadas. Le pide su nombre, su teléfono, pero Joey Yeswit se desespera con las preguntas, pues no ha llamado para cualquier emergencia… ante sus ojos hay cuatro cuerpos sin vida que encontraron, él y sus amigos, al llegar a la casa a donde los llevó un muchacho que apareció en el bar exclamando que les habían disparado a sus padres en la casa de Amityville.
Este chico era Ronald DeFeo Jr., quien fue hasta Henry’s Bar alrededor de las 6:30 p.m. para alertar a los lugareños, que lo conocían como Butch, acerca del posible asesinato de sus padres. Robert “Bobby” Kleske, amigo de Butch, se levantó rápidamente para auxiliarlo en su histeria preguntándole si estaba seguro de que sus padres estaban muertos o simplemente dormían. Butch contestó que los había visto muertos y pidió desesperadamente su ayuda. Butch, Bobby, John Altieri, Joey Yeswit, Al Saxton y William Scordamaglia se dirigieron a toda velocidad a la casa, trepados en un Buick Electra 225 que manejaba Bobby.
Al llegar a la residencia, todo era oscuro y a lo lejos se escuchaban los ladridos de Shaggy, el perro de la familia. La casa era impresionante tanto por dentro, como por fuera. Se podía ver un gran comedor rojo, la casa cubierta con un tapíz de terciopelo, un candelabro de cristal. En la sala había un pequeño piano justo frente a la chimenea, el áerea decorada con estatuas y otros adornos caros. Bobby conocía la casa y fue directamente a la habitación de los padres de Butch. Titubeó un momento antes de abrir. Desde ese punto, el olor a muerte reinaba. Bobby abrió la puerta y prendió la luz, frente a él se encontraba un panorama terrible que nunca podría olvidar.
En la noche del 13 de noviembre de 1974, los policías llegaron al 112 de Ocean Avenue en Amityville, dirección que les había proporcionado Yeswit, encontrando una de las escenas más sangrientas que hubieran podido ver en la historia del condado.
En la recámara principal, yacían Ronald DeFeo Sr., quien tenía una herida de bala que había entrado por su riñon y salido por su pecho, y otro que le había dado en la columna vertebral hasta su cuello. Mientras tanto su esposa, Louis Brigante DeFeo, estaba cubierta con una sábana naranja que había tratado de utilizar como escudo para fugarse de tan escalofriante situación, para huir de su fatal destino… sin éxito. Una bala le perforó la caja torácica alcanzando a uno de sus pulmones.
Esta escena fue vista primero por Bobby, quien casi se desmaya. Fue llevado a la planta baja por uno de los acompañantes. John Altieri se quedó rondando por el segundo piso hasta llegar a la habitación de un niño, o más bien dos, los hermanos de Butch. Ambos se encontraban boca abajo como sus padres.
La policía encontró los cuerpos de los niños. John Mathew DeFeo tenía una herida en la espalda, justo en la columna. Marc también tuvo el mismo final. En otro cuarto, las hermanas de Butch estaban tendidas en un charco de sangre. Allison obtuvo un disparo en la cabeza, Dawn recibió otro que le arrancó el lado izquierdo de su rostro.
Al ver esto, John Altieri no pudo más y bajó las escaleras, fue entonces cuando Joey Yeswit llamó al 911 para pedir que enviaran a la policía de Amityville lo más pronto posible. Esa noche el pueblo se sacudió con uno de los asesinatos más terribles.
En la madrugada de ese mismo día, Ronald DeFeo Jr, “Butch”, habia dado fin a la vida de su familia, en punto de las 3:00 a.m. había acabado su desgarradora misión y se dispuso a deshacerse de toda evidencia, manejando por Brooklyn para tirar una maleta con su ropa llena de sangre y el arma. A las seis de la mañana, se reportó para trabajar en el negocio de su abuelo como si nada hubiese pasado. Su actitud de aburrimiento era notoria, llamó a su casa varias veces, pero nadie contestaba, como era evidente. Salió temprano de trabajar para ver a su amigo Bobby y después a su novia Sherry, alrededor de la 1:30 p.m. A ambos les mencionó que trató de comunicarse a su casa sin tener respuesta, que los coches estaban estacionados afuera, pero nadie tomaba el teléfono. Llamó nuevamente desde el departamento de ella con el mismo resultado.
Llevó a su novia a pasear y a comprar cosas. Mostraba una cierta preocupación, nada más. A Bobby le preguntó si iba a salir y él le respondió que tomaría una siesta y después se dirigiría al bar local como a las seis. Todo estaba en orden, no podía haber fallos, el plan marchaba bien. Esa tarde, Butch visitó a varios amigos, acompañó a Bobby al bar, bebió un poco y después se marchó a casa, sólo para regresar momentos más tarde, alarmado e implorando la ayuda de su amigo.
Esa fue una de las noches más largas de Amityville. La policía primero halló los cuerpos de los padres de Butch, quien se encontraba en la cocina llorando. Geguski, el patrullero local, fue el primero en llegar después de la llamada al 911, reportaba la situación cuando Butch indicó que también tenía dos hermanas. Junto con su compañero, Edwin Tyndall, Geguski subió rápidamente encontrando más muerte, los cadáveres de Dawn y Allison.
Para las 7 de la noche, la casa de las ventanas singulares y tétricas que eran los ojos del horror, estaba completamente rodeada de policías. El detective de Suffolk County, Gaspar Randazzo, fue el primero en interrogar al único sobreviviente de aquella masacre, Butch. Él sospechaba que el joven había cometido los grotescos asesinatos, pero Butch señalaba como sospechoso a Louis Falini, un matón de la mafia que había amenazado a Butch tras una discusión unos años antes. El interrogatorio siguió en la casa de uno de los vecinos. Al mencionar que se trataba de la mafia, los detectives Randazzo y Gozaloff, quien se unió al caso, decidieron continuar con las preguntas y las investigaciones en el departamento policiaco, ya que Butch podía seguir siendo el objetivo del sospechoso.
Ahí, se unió otro detective, Joseph Napolitano. Butch dio su declaración, muy seguro de que su versión era inapelable. Platicó que la noche anterior había tenido problemas para dormir, viendo televisión hasta las 2:00 a.m. A las 4 se levantó y vio frente al baño la silla de ruedas de uno de sus hermanos, quien había tenido un accidente. Como no pudo dormirse, decidió irse a trabajar temprano, después fue a ver a su novia y a su amigo. Su relato explicaba que había entrado por una de las ventanas de la cocina, subió las escaleras para averigüar qué había pasado con su familia que no contestaba el teléfono desde temprano, encontrando a sus padres muertos.
Todo parecía conjugarse bien, la historia de Butch carecía de errores. Un pequeño detalle fue el que despedazó esta coartada perfecta. Los detectives continuaron analizando el interior de la casa durante la madrugada. Cerca de las 2:30 a.m., el detective John Shirvell echaba un último vistazo a las recámaras donde habían sucedido los asesinatos, pero al llegar al cuarto de Butch, el detective Shirvell vio en el suelo un par de cajas de cartón con una etiqueta que decía “Marlin Rifles”, una era calibre .22 y otra .35. Sin saber que la segunda era el arma que había dado fin a los miembros de la familia DeFeo, Shirvell tomó las dos cajas en caso de que sirvieran de algo dentro de la investigación. Al llegar a la estación de policía, ya se conocía el arma que se había utilizado, además Bobby Kesler mencionó que Butch era fanático de las armas.
Los policías comenzaron a dudar de la inocencia de Butch. A las 8:45 a.m., el detective George Harrison se acercó a Butch para decirle sus derechos. Butch se estremeció indicando que había cooperado con la policía en lo que podía, que él sólo era un testigo. Posteriormente, los detectives Gozaloff y Napolitano se retiraron, quedándose a cargo el Teniente Robert Dunn y el detective Dennis Rafferty, quen le leyó nuevamente sus derechos a Butch para después interrogarlo sobre sus actividades durante los dos días antes al asesinato de su familia. Rafferty hizo hincapié en la noche del crímen tratando de confundir a Butch, quien había declarado que alrededor de las 4:00 a.m. había escuchado a su hermano en el baño. Rafferty comentó que todos habían sido encontrados con sus pijamas, por lo que no había podido ser después el asesinato, había tenido que ser entre 2:00 a.m. y 4:00 a.m.
Las diferencias entre la declaración de Butch y los hallazgos de la policía trituraban la versión del sospechoso. Butch trataba de darle vueltas a su historia, pues los policías sabían que él había estado en la casa durante los asesinatos y que además, había sido su propia arma la que fue utilizada. Butch empezó a mentir y creó una historia en la que Felini lo había despertado a las 3:30 a.m. amenazándolo con un arma. Otro hombre se encontraba en la habitación, pero describirlo le era imposible. Butch contó que Felini lo llevó a cada habitación matando a todos sus familiares y después se deshizo de las evidencias. En esta parte, Rafferty lo cuestionó acerca de por qué tiró las cosas si supuestamente él no sabía que su arma había sido utilizada. Butch no contestó y continuó su relato sólo para implicarse más. Los detectives ya tenían suficiente información sobre cómo ocurrieron los eventos como para saber que había sido Butch el que los perpetró.
Las preguntas finales para el asesino fueron las que acabaron con su mentira. Aquellos hombres, Felini y su acompañante, nunca estuvieron ahí, la tragedia no fue así. Butch, desesperado, agarrándose la cabeza exclamó: “¡No! Todo comenzó tan rápido, Una vez que empecé, ya no me pude detener. Todo fue tan rápido.”
El martes 14 de Octubre de 1975 comenzó el juicio de Ronald “Butch” DeFeo Jr., casi un año después de los asesinatos. Gerard Sullivan, abogado de distrito de Suffolk County estaba frente a uno de los casos más horribles del lugar, toda la evidencia era contra Butch. Sin embargo, Sullivan cuestionó, observó y analizó a Butch en cada momento. El perfil de Butch lo describía como una persona mentirosa, evasiva. Todo esto le daba claves al abogado defensor, William Weber, para apelar por su inocencia por demencia, pero Sullivan sabía que Butch no estaba loco, sino que era un asesino a sangre fría, violento y una amenaza para la sociedad.
El abogado Weber alegó que Butch no había tenido un abogado en el momento en el que la policía tomó su declaración, además de que su confesión fue realizada bajo la presión de los detectives. Sin tener mayor efecto, Weber se limitó a defender a Butch bajo el argumento de que padecía de sus facultades mentales cuando cometió los asesinatos.
Mientras tanto, Sullivan sabía que no era así, que Butch había privado de la vida a su familiares con toda la conciencia de sus actos. Presentó en el juicio a los policías y detectives que estuvieron llevando el caso, a los demás familiares y amigos de Butch, con el objetivo de realizar un retrato tridimensional del asesino, pero ninguno le dio esta oportunidad más que el mismo Butch.
Weber también cuestionó a los testigos. También presentó a Butch dos fotografías, una de su madre muerta en la cama, a quien Butch negó conocer; y una de su padre muerto. Butch dijo entonces: ¿Lo maté? Los maté a todos. Sí, señor. Yo los maté a todos en defensa propia.”
La sala se caía de rumores cuando escucharon las palabras de Butch. Weber continuó con la pregunta del millón, por qué los había matado. A esto, Butch respondió:
“Hasta donde sé, si no mataba a mi familia, ellos me matarían. Y, hasta donde sé, lo que hice fue en defensa propia y no hay nada de malo en ello. Cuando tengo un arma en mis manos, no dudo de quién soy. Yo soy Dios.”
Después de esto, era evidente la condición mental de Butch, pero Sullivan no se detuvo y trató por todos los medios de mostrar el lado malévolo y frío de Butch al cuestionarlo sobre cómo se sintió después de que asesinó a su familia. Butch sólo mencionaba que se había sentido muy bien. Tal fue la presión de Sullivan que Butch lo amenazó de muerte frente al jurado, en ese momento, los dos abogados consiguieron a un psiquiatra para estudiar a Butch.
El psiquiatra de la defensa fue el Dr. Daniel Schwartz, quien era reconocido por determinar el estado mental de David Berkowitz. Sullivan se sentía casi perdido, con la influencia del reconocido psiquiatra. Aunque él también contaba con un doctor prominente, ya le era imposible demostrar que Butch no estaba loco. El Dr. Schwartz habló de paranoia, disociación y locura criminal. Weber no indagó en algunos puntos que hacían referencia al posible comportamiento que pudo tener Butch cuando cometió los crímenes. Sin embargo, Sullivan tomó nota de esos puntos para después atacar a la defensa.
Sullivan comenzó a cuestionar sobre las notas que había tomado el Dr. Schwartz sobre Butch. Todo comenzó con el por qué si Butch no sabía lo que hacía, había tratado de deshacerse de toda evidencia. Schwartz apuntó hacia el hecho de que la evidencia estaba en los cuerpos y que el acusado era neurótico, además de que estaba confundido por sus desvaríos y paranoias. Pero Sullivan no se detuvo hasta dar el golpe final con la propia declaración de Schwartz. Butch había indicado que escondió las evidencias para no cooperar con la policía, lo que dejaba claro que sabía bien lo que hacía y que Schwartz estaba tratando de disfrazarlo.
Posteriormente, llegó el psiquiatra de Sullivan, el Dr. Harold Zolan, quien fue interrogado sobre su método para analizar a Butch y determinar que era una persona antisocial, siendo capaz de estar conciente de todos sus actos, de comprender entre lo bueno y lo malo, y cuya motivación era egocéntrica. Después de las declaraciones de ambos expertos, cada uno de los abogados llamó a otros testigos no tan relevantes para la historia, pero que podían aportar ciertos detalles a sus versiones.
Finalmente, el miércoles 19 de noviembre de 1975, el juez instruyó al jurado en la sala de deliberación, regresando a la corte con el veredicto final sobre Butch. Aún se dudaba sobre el estado mental del asesino, por lo que no fue sino hasta el viernes 21 de noviembre, con votación unánime, que se halló a Ronald “Butch” DeFeo Jr. culpable del asesinato en segundo grado de seis personas, su propia familia.
En 1992, Butch cambió la historia para sorprender a todos con lo que él dice que es la versión oficial. Dawn, su hermana de 18 años, fue quien lo instigó a cometer los asesinatos. Él le disparó a sus padres porque Dawn le dijo. Se sintió tan mal que salió de la casa, dejando a Dawn y a sus hermanos en ella. Al regresar, halló a sus hermanos y hermana, Allison, muertos en sus recámaras. Encontró a Dawn, quien le apuntó a la cabeza con el arma. Forcejearon y Butch la sometió, perdió el control y también le disparó. Estaba asustado y sin saber qué hacer, escondió las evidencias.
Su historia actual podría ser convincente, pero las evidencias dicen más que Butch. Los policías no hallaron alguna pista como para dudar de que la primera declaración que Butch dio sobre los asesinatos hubiese sido falsa, y que años después dijera la verdad. Todo indica que la dinámica familiar de los DeFeo era violenta y cada miembro de la familia era víctima del descontrol de su padre. Lo cual, fue quizás la razón por la cual Butch quiso poner fin a todas estas situaciones de abuso.
Esta es la primera parte de una entrevista realizada a Ronald DeFeo Jr., 31 años después de los asesinatos, en la cual sostiene la versión de que su hermana Dawn fue la verdadera culpable de la tragedia en Amityville.
Ronald “Butch” DeFeo Jr. aún cumple su condena, pues no se le ha concedido una audiencia para poder sustentar su segunda versión. Los hechos que se desataron en la casa de Amityville han sido detonantes de múltiples historias. En especial cuando llegaron los Lutz a habitarla y comenzaron con el lado paranormal de la misma.
Lo que sí es seguro, es que esa casa que estaba adornada de lujosas figuras y buenos muebles, siempre albergó odio entre los miembros de la familia. Era una bomba de tiempo que explotaría en cualquier momento… y así fue, seis perdieron la vida de forma trágica en manos de su hermano e hijo.