El supuesto tesoro de Jean Lafitte

Jean Lafitte fue un militar francés de la guerra anglo-estadounidense de 1812 y corsario que operó en las costas del golfo de México a principios del siglo XIX.

Llegó a ser conocido con varios nombres y títulos como: «El Corsario», «El Bucanero», «El héroe de Nueva Orleans», «El terror del Golfo» y «El Rey de Barataria».

Lafitte estableció el llamado «Reino de Barataria» en las ciénagas cercanas a Nueva Orleans después de que comprara Luisiana en 1803 y donde también era conocido por sus actividades ilegales, atacaba a los barcos mercantes en el Golfo de México y luego vendía  los objetos robados en uno de los muchos puertos, que le pertenecían.

El llamado Lafita era su cómplice, su hermano Pierre Lafitte pues eran tan buenos en robos y hurtos que acumularon una gran cantidad de riquezas y joyas.

El pirata Jean Lafitte

Se decía que los hermanos tenían un lugar para esconder sus tesoros, dando lugar a muchos misterios y leyendas. Tuvo más de 50 buques, lo que sugiere lo grande grande que era su poder.

Después de la muerte de Lafitte en 1830, se comienza a hablar acerca de sus riquezas, leyendas sobre sus tesoros que comienzan a extenderse por todo el mundo.

Se dice que algunos de sus tesoros están enterrados en el «Lago de Bourne», en la costa de Nueva Orleans y otros dicen que el mejor lugar está situado a tres millas al este del «viejo camino español», en el río Sabine.

Pantano de Nueva Orleans

Sin embargo, aún hoy en día nadie ha descubierto este gran tesoro que para muchos está estimado entorno aproximadamente a dos millones de dólares.

El año 1950 aparece un manuscrito llamado el diario de Jean  Lafitte, donde narra cuando supuestamente se fue a vivir a Saint Louis hasta su muerte en 1940.

En este diario dice que estos escritos considerados como sus memorias no fueran mostrados en público hasta 107 años después de su muerte donde la autenticidad de este manuscrito data del siglo XIX, por lo que se supone que podrían ser de él.

Si se comprobase la autenticidad de este manuscrito,  “Su diario de vida” demostraría, entre otras cosas, que Lafitte era judío, y que las patentes de corso a las que él hacía referencia eran auténticas por lo tanto su actividad no sería considerada una piratería.

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