Uno de los casos más polémicos de todos los tiempos, en cuanto a exorcismos se refiere, es el caso de la joven alemana Anneliese Michel, quien al supuestamente estar poséida murió en una lucha… ¿con el demonio?
En 1976, Alemania se sacudió con el caso de una joven católica llamada Anneliese Michel, quien murió después de una serie de exorcismos, en condiciones deplorables, en manos de su familia y sacerdotes, quienes después de ir a juicio fueron encontrados culpables por este terrible suceso. El país quedó conmocionado por la supuesta negligencia, ya que la joven había abandonado sus medicamentos y no comía, dejándola morir.
Anneliese nació el 21 de septiembre de 1952 en Leiblfing, Bavaria. Pertenecía a una familia católica compuesta por tres hermanas y sus padres Josef y Anna. Llevaba una vida muy religiosa y muy tranquila, además de tener una relación con un joven llamado Peter, era un ejemplo de chica. Sin embargo, la presión religiosa de su familia era muy grande. Su madre Anna dio a luz a una hija ilegítima teniendo que casarse con un velo negro, esta niña murió a los 8 años, Anneliese ya había nacido, por lo que la responsabilidad de poner en alto el nombre de su familia era muy pesado, temiendo constantemente al pecado.
A sus 17 años comenzó la pesadilla, cuando Anneliese empezó a tener convulsiones. En este momento fue diagnosticada con epilepsia, siendo remitida al hospital de Mittelberg, Alemania, en un sanatorio especial para aquellos con tuberculosis. Durante su estancia, Anneliese oraba noche y día para fortalecer su relación con Dios y pensó en convertirse en catequista. Fue curada de su tuberculosis y regresó a casa para inscribirse a la preparatoria en Aschefenburg. Todo marchaba bien hasta que la joven empezó a tener problemas para hablar y para caminar, tenía que sostenerse de los muebles a su alrededor para soportar su peso.
Para entonces la familia ya notaba un cambio en su hija, quien se destacaba por ser alegre y moderna. Anneliese era devastada por una fuerte depresión y tristeza extrema, momento en el cual empezó a considerar en suicidarse. Tenía visiones terroríficas en las cuales veía caras demoníacas, escuchaba voces que la condenaban. Su madre cuenta que una noche mientras cenaban, las manos de Anneliese eran del doble de su tamaño y dijo: “Tengo manos negras, Señor, perdóname”.
Fue ahí cuando su madre Anna decidió que era momento de un exorcismo. Anneliese rezaba mientras era azotada contra el piso por fuerzas malignas que no la dejaban levantarse, por lo que su madre trataba de tener almohadas en el piso para que su hija sufriera el menor daño. En dos ocasiones pidieron un exorcismo, pero no fueron atendidas.
La joven realizaba 600 sentadillas al día que lastimaban sus ligamentos. Durante dos días se arrastró por debajo de la mesa ladrando como un perro. Comía arañas, carbón y de una mordida arrancó la cabeza de un pájaro muerto. Lamía sus propios orines y se le escuchaba gritar por horas. La locura se había desatado.
La situación se tornaba muy grave por los múltiples incidentes que sucedían en la casa y todo lo que la joven sufría. Sin embargo, como requisito de la Iglesia, el Padre Renz envió a Anneliese a consultar muchos doctores y psiquiatras antes de poder realizar un exorcismo. Acudió al Hospital Psiquiátrico de Wurzburg en donde le dieron medicamentos para las convulsiones. También le prescribieron Aolept, similar al Clorpromazina para aquellos con diversas psicosis como esquizofrenia y otros desórdenes. Después de un largo tratamiento, Anneliese seguía escuchando voces y viendo rostros malévolos, su depresión empeoraba y ahora presentaba una aversión a los objetos religiosos como el crucifijo. Su condición era muy mala físicamente y se había vuelto agresiva.
Finalmente, el Padre Renz aceptó practicarle un exorcismo después de haber escuchado los diagnósticos de los médicos, esto como una “prueba” o exorcismo de “diagnóstico”. Durante la primera práctica, el Padre Renz hizo un experimento pensando para sí mismo: “¡Salgan de ella! ¡Digan quiénes son!”. Cuando el Padre Renz pensó esto, Anneliese perdió el control manifestando a cada uno de los demonios que “habitaban” en ella. Así, el Padre confirmó que se trataba de una posesión, ya que alguien con epilepsia o un desorden mental no hubiera podido leerle la mente y reaccionar, torciendo su rosario desde la distancia.
Así, la Iglesia autorizó que varios sacerdotes realizaran los exorcismos. Sin embargo, el Padre Renz y el Padre Alt querían ser quienes lo hicieran, ya que conocían el caso de cerca. Comenzaron con una serie interminable de exorcismos de acuerdo al Rituale Romanum de 1614, cada uno con una duración de cuatro horas, llevándolos a cabo dos días a la semana. Lo sorprendente era que los demonios comenzaban a hablar sin la mayor provocación y los sacerdotes pudieron detectar a distintos demonios y personajes malévolos, entre ellos Lucifer, Judas Iscariote, Hitler, Caín y Nerón.
El deterioro de Anneliese continuaba, seguía tratando de comer piedras o moredr la pared, se azotaba contra las paredes una y otra vez, tanto que su cabeza y distintas partes del cuerpo tenían moretones hasta que la piel se veía negra. Sus dientes estaban rotos, era casi irreconocible. La actividad podía ser en la madrugada o en el día, podía estar golpeándose contra el vidrio de la ventana o rezando, los eventos eran aleatorios, no había un patrón.
Hubo un hecho que cambió el rumbo de la historia. Un día Peter, su novio, la llevó a dar un paseo. Anneliese, por su condición, no podía ni hablar ni caminar, Peter la tenía que cargar y probablemente no podrían completar su paseo en “Paradise Mill”. Sin embargo, Anneliese tuvo un encuentro, según contaba, con la Vírgen María, quien se le apareció a la joven para pedirle que hiciera penitencia por todos los pecadores para que no fueran al infierno, en este momento Anneliese se fue caminando, sola, después de no poder ni moverse. Peter no vio a nadie, sólo a la muchacha arrodillarse para ponerse a rezar.
Annaliese regresó corriendo, aunque su condición era pésima. Esa misma tarde, al volver a casa, la joven fue con su madre para decirle que la Madre María se le había aparecido, que ya podía correr y bailar. Al principio, su madre creyó que su hija estaba loca, pero Anneliese repetía su experiencia sin ninguna variación, indicando que tenía tres días para decidir si ayudaría a la Vírgen María para salvar las almas de tantos pecadores. Su madre le dijo que no aceptara, pero Anneliese se sentía culpable si no ayudaba a toda esa gente que iría al infierno por sus pecados.
Después de esto, los sacerdotes pedían que los demonios se fueran, exigiéndoles una fecha. Estos daban largas, pero el Padre Renz y el Padre Alt estaban sorprendidos de que después de tanta mala actividad, ahora sólo fueran gruñidos los que se manifestaban desde dentro de Anneliese, nada más.
Para esto, los sacerdotes propusieron cantar a la Vírgen María, en ese momento, los demonios comenzaron a gritar “¡Ya viene!” con un tono gutural inhumano del que emanaba su terror y tormento. El primero en dejar el cuerpo de Anneliese fue el Padre Caído Fleischmann, uno de tantos espíritus que la habitaban. Los demonios tenían que identificarse ante los sacerdotes y decir el motivo por el cual estaban en el infierno, el último en irse fue Lucifer.
Después de que el gran Lucifer dejó el cuerpo de Anneliese, la joven exclamaba que se sentía diferente y que ya era libre. Los sacerdotes propusieron una oración para darle gracias a Dios, pero después de diez minutos de estar rezando, las voces se hicieron presentes indicando que “Ellos también querían irse, pero no se les permitía hacerlo”. Los sacerdotes se quedaron pasmados creyendo que habían cometido un error, pero no estaban seguros de qué había sido. Después de muchos años del suceso, el Padre Alt concluyó que esto se debió a que Anneliese aceptó la propuesta de la Vírgen María y que algunos demonios se habían aferrado a ella para cumplir la penitencia.
Los tormentos continuaron más fuertes que nunca, sin descanso durante las 24 horas del día, todos los días de la semana. En ocasiones, Anneliese pedía alimentos, los cuales comía frenéticamente, el Padre Renz y el Padre Alt creían que estos arranques la mantenían con vida, ya que su físico era crítico con los dientes rotos, su peso muy bajo y heridas en sus piernas y pies que simulaban estigmas para la familia.
Un día, Anneliese pronunció que en Julio todo cambiaría. El primer día del mes en 1976, Anneliese murió mientras dormía. Los sacerdotes no estaban presentes por lo que no lo creyeron e hicieron que un doctor fuera a confirmarlo. El Doctor Roth acudió e indicó que Anneliese había muerto, pero no bajo causas naturales, por lo que tuvo que notificarlo a las autoridades. Fue enterrada junto a su fallecida hermana ilegítima, Martha.
El juicio contra la familia y los sacerdotes comenzó en Abril de 1978. Los padres, Anna y Josef, siempre se mantuvieron firmes en su decisión de realizar los exorcismos que duraron nueve meses. Mientras tanto, la gente del lugar se rehúsa a hablar de lo sucedido, ya que indican que la decisión de los padres católicos extremos fue la incorrecta.
Los médicos, durante el juicio, indicaron que Anneliese no estaba poseída, sino que estaba afectada psicológicamente por la religión de una manera extrema, además de su epilepsia. El abogado de los Michel alegaba que los padres estaban en su derecho de realizar las prácticas convenientes de acuerdo a su religión. Aunque las pruebas de la posesión eran las grabaciones que se llevaron a cabo durante los exorcismos, todos fueron encontrados culpables de homicidio imprudencial debido a su negligencia en la salud de Anneliese y fueron condenados a seis meses de prisión, la cual fue suspendida, posteriormente, y tres años de libertad condicional.
Los padres pidieron la exhumación del cuerpo con el pretexto de que había sido enterrada en un ataúd barato. Sin embargo, querían ver el estado del cuerpo de su hija, ya que una monja Carmelita había tenido una visión de que el cadáver no había tenido ningún deterioro, y con ello podían probar lo sobrenatural del caso. Pero el cuerpo sufría la descomposición natural.
Hasta la fecha, muchos peregrinos acuden a su tumba para rezar. Desde que este exorcismo se llevó a cabo, el número de ellos bajó en Alemania. Tres películas se basan en esta historia que muchos consideran escaloriante: “El Exorcismo de Emily Rose”, “Requiem” y “Anneliese: The Exorcist Tapes”.
El misterio continúa en torno a este caso, algunos creen que fue una posesión verídica, mientras que otros defienden el punto de vista científico. Sólo los presentes podían saber qué pasó. Lo que sí, es que las grabaciones tienen ese tono de ultratumba con el que suele hablar el demonio, mismo que a veces se esconde en lo más recóndito de la mente, en áreas que aún son desconocidas.