SOLO LA LUNA

SOLO LA LUNA

Como cada mañana, Ernesto se levantaba de sus correderas nocturnas. Es decir, salía por las noches y no era para dar una vuelta por la manzana. Siempre llegaba cansado y con heridas en el cuerpo, el sabia el por que de su estado actual.

«Casi no salgo de esta, por poco sus armas terminan matándome»

Se decía mientras se daba un regaderazo.

Lo extraño de el es que conforme avanzaba el día, sus heridas se curaban de manera rápida. El hombre trabajaba de taxista, el tenia la necesidad de salir a luchar por lo que el creía. En la tarde ya casi para abandonar la jornada de trabajo, dos hombres vestidos elegantemente abordaron su taxi. Le pidieron que los llevase a una casa cerca del lugar donde los mismos hombres subieron al vehículo. Ernesto los llevó hasta su destino, pero desde que subieron, el sintió un ambiente pesado.

El taxista dejo a esos hombres hasta el lugar donde se le indicó en dejarlos y sin mirar atrás:

«Como me molesta verlos en el día, mientras en la noche salen a saciar sus mas bajos instintos».

Ernesto había sido durante toda su vida un Hombre Lobo, pero nunca perdía la cordura y evitaba matar a seres humanos. La razón de su autocontrol era por una persona: estaba profundamente enamorado de una joven llamada Carmen. Pero en un momento de la vida misma, ella había muerto años atrás por varios vampiros. El hombre no pudo defenderla, por tales motivos que el mismo hombre sabia. Se prometió a sí mismo que protegería a aquellos humanos ante estos seres y castigaría a los culpables que le arrebataron al amor de su vida.

Por la noche preparó todo: unos tenis viejos, una playera un poco percudida y un pantalón, todo el conjunto de color negro. Se concentró para salir a dar justicia por su propia mano. Siempre se encapuchaba para que ni los seres de la noche le vieran el rostro y los humanos no supieran su identidad.

Leer también:  Relatos desde la Morgue

Corría por las azoteas de las casas, iba de aquí a allá. A veces no sucedía nada, otras veces se metía en medio de balaceras para que los criminales fueran capturados por la policía. Pocas veces se había enfrentado a seres sobrenaturales, pero siempre confiaba en su habilidad para pelear.

En unas de sus caminatas nocturnas, Ernesto estaba corriendo por una azotea cuando dos hombres vestidos de negro le cortaron la carrera. Uno de estos hombres se dirigía al Ernesto:

«Era de esperar que tú estuvieras en esto, no sé por qué no te eliminamos mientras podíamos»

El otro hombre solo esbozó una sonrisa maldita y diciendo lo siguiente:

«Hoy nuevamente nuestros caminos se vuelven a cruzar, pero no tendrás tanta suerte para salir vivo de nosotros».

Ernesto quedó intrigado luego de que le dijeran esas palabras. Sabía que había posibilidades de que esos sujetos lo conocían, pero, ¿de dónde y cuándo?… Así que no dudó en preguntarles:

«¿Quiénes son ustedes?…»

Uno de esos hombres le responde:

¿Acaso no nos recuerdas? Nosotros somos los mismos que mandamos al otro mundo a tu novia, y venimos a terminar de poner la basura en su lugar».

Los dos hombres se lanzaron a una velocidad vertiginosa; el hombre no pudo evitar los primeros embates, solo recuerdos de aquella noche en que su amada moría, salían a flote.

Estos seres de inmediato se transformaron en grotescos demonios. Él lo recordó al verlos: eran aquellos seres que le arrebataron la vida del amor de Ernesto. Al mirarlos, notaba que sus apariencias faciales cambiaban hasta que las mismas, se tornaban más jóvenes, ya que como vampiros podían tomar la edad que quisieran.

Él seguía en su forma humana, logrando esquivar varios arañazos; uno de ellos alzó el vuelo y se abalanzó contra Ernesto. Previendo este acto, saca dentro de su pantalones un cuchillo de madera y se lo encaja al pecho al incauto vampiro. Fue un idiota pensando que seria fácil acabar con Ernesto de un solo embate. El vampiro cayó pesadamente, solo la sangre emanaba a chorros de esa herida. Una tenue lluvia empezó a caer.

Leer también:  LA SERPIENTE.

El otro vampiro solo miró con prudencia a Ernesto. Ernesto le dijo al vampiro con voz firme:

«¡Hasta aquí llegaron sus crímenes! Pagarán por el dolor causado a los inocentes».

El vampiro se echo a reír:

¿Cómo? Si eres un simple humano, y de puro milagro lograste matar a mi estúpido compañero.

Ernesto mantenía su mirada penetrante. Y sonrió con sarcasmo diciendo:

«¿Con qué creés que soy un simple mortal?»

El vampiro se irrita por la actitud del hombre y se abalanzó contra él; comienza a golpearlo para provocarle cierto daño a Ernesto, y de un gran puñetazo dejó en el suelo al hombre. Pensando que lo había acabado, el vampiro se jactaba de haber matado tan fácilmente a su oponente.

«Deja de hablar tanto y pelea en serio».

Se escuchó una voz detrás del vampiro: era la voz de Ernesto que apenas se incorporaba. El vampiro no salía de su asombro, pues Ernesto había recibo una golpiza por parte del vampiro, tanto que ningún humano podía haberse levantado. Ernesto se incorpora y se dirige al vampiro en un andar torpe, con sangre en el rostro, la cual resbalaba sobre su cuerpo mojado y dice:

«Cuando la luz de la Luna asome su brillo, témeme por que será la última noche que vivas antes de que destroce tu alma».

Al terminar, la lluvia para y el cielo empezó a despejarse para dejar ver una luna pálida y azul. Con un grito, Ernesto se abalanza dando golpes a tan tremenda criatura. Su velocidad aumentaba a medida que se movía. En la mente del vampiro no cabía la idea de que su oponente pudiera darle batalla. Con una patada en el rostro, deja al vampiro tirado en el suelo de espaldas. Ernesto le se dirige al vampiro:

Leer también:  EL AMARRE

«Lo que has visto esta noche no ha sido nada».

Mostrando su verdadera forma, Ernesto comienza a sufrir una metamorfosis: un Hombre Lobo de ojos color amarillo y un pelaje de color blanco con negro.

La pelea estaba reñida: solo se veía a dos criaturas grotescas golpeándose a más no poder.

Ernesto recibió varios golpes que lo dañaron gravemente; el vampiro se le acercó con un susurro:

«¿No que este sería mi última noche?»

Ernesto no dijo nada… Su mente rondaba por los recuerdos de Carmen y de su posterior asesinato. Esas imágenes aumentaban la furia del Hombre Lobo. El vampiro nunca había visto a un Hombre Lobo como este. Ya lo tenía al borde de la muerte y se preguntaba cómo era posible que volviera a levantarse para seguir luchando. Ernesto le aclaró en un momento: «De pie hasta el final».

En un último esfuerzo, Ernesto muerde el pecho del vampiro, sacándole el corazón y con sus últimas fuerzas, el vampiro tambalea dando pasos hacia atrás y cae muerto… Por fin pudo vengar la muerte de su amor. Como pudo, el Hombre Lobo se levanta. Debido a sus condiciones, Ernesto torna otra vez a su forma humana. Su trabajo en este mundo apenas comenzaba…

Deja un comentario