El miedo es una serie de estímulos que nos provocan una reacción en el cerebro a partir de un estímulo estresante y termina con la liberación de reacciones químicas que provocan que los latidos del corazón sean más rápidos. Más de cien mil millones de células se ponen en actividad y se comunican cuando recibimos un estímulo y algunas de estas comunicaciónes desembocan en un pensamiento y una acción, mientras que otras provocan respuestas autónomas. El miedo es una de esas respuestas autónomas, es decir, no la forzamos para que suceda, no sabemos qué pasa hasta que nos vemos con miedo.
Debido a esto muchas partes del cerebro se activan cuando sentimos miedo, estas son:
El Tálamo: es el que decide a dónde mandar los datos sensoriales que llegan.
La corteza sensorial: es la que interpreta esta información.
El hipocampo: Guarda y recupera las memorias conscientes. Procesa series de estímulos para establecer un contexto.
La Amígdala: Es la que decodifica las emociones; determina las posibles amenazas y guarda las memorias del miedo.
El Hipotálamo: Activa la respuesta de luchar o huir.
El proceso del miedo comienza con un estímulo aterrador y termina con la respuesta de “luchar o huir”.