misteriosas huellas mayas

misteriosas huellas mayas

Se encontraron huellas de manos antiguas y misteriosas, en su mayoría pertenecientes a niños, pintadas en una pared en una cueva mexicana. Se cree que la gran cantidad de huellas de manos, que se hicieron con pintura negra y roja, fueron hechas durante un ritual de por parte de los antiguos mayas.
Se hallaron un total de 137 huellas de manos y datan de más de 1.200 años. Fueron descubiertos en una cueva cerca del extremo norte de la Península de Yucatán, a unos 10 metros debajo de una gran ceiba que la comunidad maya considera sagrada.

El arqueólogo Sergio Grosjean afirmó que las huellas probablemente se hicieron cuando los niños comenzaban la pubertad, como explicó, “Ellos imprimieron de negro sus manos en las paredes…lo cual simbolizaba la muerte, pero eso no significaba que los iban a matar, sino muerte desde una perspectiva ritual”, y agregó: “Posteriormente, estos niños se imprimieron las manos en rojo, que era una referencia a la guerra o la vida”. Y las huellas de las manos no fueron las únicas cosas que encontraron en la cueva, también se halló una cara tallada y seis esculturas en relieve pintadas. Estos elementos datan de entre 800 y 1000 d.C. durante una época en la que la zona experimentó una sequía masiva.

Curiosamente, los arqueólogos hicieron el descubrimiento completamente por accidente. De hecho, buscaban un pozo sagrado debajo de la antigua ciudad de Chichén Itzá. El sistema de cuevas donde se encontraron las huellas de las manos se llama Balamku (también conocido como “Dios Jaguar”) y fue descubierto en 1966 por los agricultores. Luego, los arqueólogos investigaron la cueva y se selló la entrada.

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La cueva permaneció sellada durante más de 50 años hasta que fue reabierta en el 2018 por el explorador de la National Geographic, Guillermo de Anda y su equipo. Estaban buscando el nivel freático debajo de Chichén Itzá, por eso la cueva se volvió a abrir. En una entrevista de 2019 con la National Geographic, el Sr. de Anda explicó qué ocurrió varias horas gateando por los estrechos túneles de la cueva en su estómago y cuando su linterna de cabeza iluminó un área, notó numerosos artefactos antiguos que estaban perfectamente conservados, como jarrones, platos decorados y quemadores de incienso.

“No podía hablar, comencé a llorar. He analizado restos humanos en el Cenote Sagrado [de Chichén Itzá], pero nada se compara con la sensación que tuve al entrar, solo, por primera vez en esa cueva”, afirmó, y agregó: “Casi sientes la presencia de los mayas que depositaron estas cosas allí”.

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