Las Novias De Drácula

Las hemos visto en innumerables películas y leído, por supuesto, en la novela clásica de vampiros de Bram Stoker: Drácula (Dracula): tres mujeres vampiro capaces de enloquecer al hombre más atildado, consortes infernales del conde de Transilvania.

¿Pero quiénes son en realidad las novias de Drácula?

La fuente original de las tres novias de Drácula es, como ya se ha dicho, la novela de vampiros de Bram Stoker: Drácula (Dracula), de 1897. Allí aparecen como tres seductoras mujeres vampiro bajo las órdenes del conde, habitando juntas  dentro del castillo emplazado en los Cárpatos.

Las novias de Drácula están sujetas al capricho de su amo; según Bram Stoker, el encargado de alimentarlas, casi siempre tributándoles alguna joven víctima secuestrada de las comarcas de Transilvania. Sin embargo, la dieta de estas vampiresas no se limita únicamente a macabras viandas seleccionadas por el conde. De vez en cuando las novias de Drácula salen del castillo por las noches en búsqueda de caminantes incautos y viajeros extraviados.

En el tercer capítulo de Drácula, Bram Stoker sostiene que las novias de conde son solo tres vampiresas: dos morenas y una rubia. Desde luego, jamás se las menciona como «novias de Drácula», aunque la naturaleza de aquel vínculo queda claramente establecida.

¿Por qué Drácula tiene su propio harem de vampiresas?

Más allá de la respuesta evidente, es decir, que las novias de Drácula están allí para satisfacer los apetitos del buen conde, podemos pensarlas como una forma degradada, casi infernal, de las cortesanas que deambulaban por todas las cortes europeas; solo que aquí tanto el rey como su reino, y aún su corte, están conformados por gente rigurosamente muerta.

Leer también:  Cómo convocar a las hadas

Bram Stoker no hace mucho por describir a las novias de Drácula. Podemos asumir que son hermosas, pero también que el vínculo que las une al conde es tan antinatural como su existencia como no muertas.

Es Johnatan Harker el único que hace referencia a algún aspecto físico de las vampiresas. Señala que dos de ellas poseen una nariz aquilina parecida a la del conde, detalle que el cine ha eliminado por cuestiones de pudor o censura.

Nos explicamos.

La intención de Bram Stoker resulta evidente al analizar la observación que realiza Jonathan Harker: solo una de las tres vampiresas es la novia de Drácula. Las dos restantes son sus hijas, aunque también sean sus amantes.

De este modo, la naturaleza del vampirismo no sólo funciona en Drácula como una metáfora del desenfreno absoluto, sin límites ni condicionamientos sociales y psicológicos. Para lograr que el vampiro, síntesis de lo antinatural, invierta además cualquier conexión con la humanidad, debe abstraerse de todas sus prohibiciones, por ejemplo, el tabú del incesto.

Esto queda expresado en el epíteto que agrupa a las tres vampiresas: «las hermanas» (The Sisters).

Más allá del conde Drácula, los únicos dos personajes humanos que tienen contacto con estas tres vampiresas son Johnatan Harker y el profesor Abraham Van Helsing. Y ambos sienten una mezcla de atracción y repulsión en presencia de ellas.

Harker las descubre durante un vagabundeo por los salones del castillo, ocultas dentro de una habitación de proporciones increíbles, tal vez el antiguo salón de baile del edificio; y describe a la mujer vampiro rubia como la «líder» del grupo y la favorita de Drácula.

Leer también:  Cecaelia

De hecho, cuando las vampiresas reciben la autorización del conde para alimentarse de la sangre de Johnatan Harker, una de las morochas afirma:

«Tuyo es el derecho de comenzar.» (Yours is the right to begin) De esta forma queda establecido el derecho de la vampiresa rubia a alimentarse primero.

Más adelante, Bram Stoker asegura que una de las vampiresas morenas es La Primera (The First), dando a entender que es la más vieja de las tres hematófagas, y acaso la consorte oficial. No es que Bram Stoker haya olvidado los privilegios de la vampiresa rubia. De su afirmación se desprende que la vampiresa más joven es actualmente su favorita.

La relación de Drácula con sus «novias» no parece ser sencilla.

Si bien el conde maneja las cosas en el castillo, las vampiresas no dudan en hablarle e incluso en alzar la voz. En ningún momento se dirigen a él con el rigor de la etiqueta ni con excesiva educación. Todo lo contrario, incluso llegan a exigirle, y enfrente de un desconocido, como Johnatan Harker, que las alimente.

Al final de la novela, las novias de Drácula atacan el campamento del profesor Van Helsing y Mina Harker, a quien llaman «hermana», habida cuenta que la muchacha se encuentra en pleno proceso de convertirse en vampiro. Pero el atento profesor Van Helsing ha tomado la precaución de trazar un círculo mágico con agua bendita alrededor del campamento, limitando el ataque al plano de psicológico.

Antes de ser rechazadas y huir, las vampiresas matan a los caballos y se retiran a los lóbregos sótanos del castillo. Con la luz del día, el profesor Van Hensing ingresa en las catacumbas y las decapita prolijamente.

Leer también:  El Caminante De Boisaca

Las novias de Drácula, al menos en la novela, carecen de nombre, al igual que el conde, quien sólo brinda el nombre de la orden a la que perteneció en vida: Dracul, y un título nobiliario falso.

Sin embargo, en algunas películas se las ha bautizado como Marishka, Aleera y Verona. En la novela: El año de Drácula (Anno Dracula), en cambio, donde el conde derrota al profesor Van Helsing y eventualmente contrae matrimonio con la reina Victoria, se menciona que una de sus novias es nada menos que Barbara de Celje.

La ausencia de nombres propios en la novela de Bram Stoker se explica mediante una vieja leyenda de vampiros, que también podríamos trasladar a las historias de posesión demoníaca.

El nombre y lo nombrado son lo mismo. Significado y significante se mezclan, se fusionan, son esencialmente Uno. Conocer el nombre de algo es conocer su esencia. Poseer el verdadero nombre de una cosa no es diferente de la posesión de la cosa misma.

Drácula y sus amantes nunca confesarán sus nombres, así como el diablo calla eternamente su alma gramática y Dios, abstracción suprema de lo intangible, oculta su verdadero nombre en el Tetragramaton.

 

Deja un comentario