En la parte central del Bolsón de Mapimí (entre Durango, Chihuahua, y Coahuila Mexico) se localiza un área llamada la Zona del Silencio. El enigmático nombre es digno de un sinfín de mitos que han surgido en torno a la zona. Es llamada la Zona del Silencio porque las ondas de radio no pueden ser transmitidas de manera normal y esto se da sólo en algunas pequeñas áreas debido a que existen campos magnéticos.
Alguna vez comparada con el triangulo de las bermudas, con las Pirámides Egipcias, las Ciudades Sagradas del Tibet, Cabo Cañaveral, todas localizándose entre los paralelos 26 y 28 (Hunt 1984). (…)
Alguna vez en el tiempo, esta gran extensión de tierra estuvo bajo las aguas del llamado Mar de Thetis, esto lo demuestra la existencia de fósiles marinos en la zona.
También en la Zona del Silencio, existen áreas con gran concentración de fragmentos de aerolitos, así como especies endémicas, como lo es el caso de la tortuga del desierto, reptiles únicos en el mundo y de la abundancia de nopales violáceos que deben su color a las capas que nos protegen de los rayos solares han sido desgastadas por el viento solar; se puede encontrar la gobernadora, la sabaneta, pastizales, ocotillos, magueyales y cactáceas, algunas de ellas endémicas, yucas, candelilla, nopaleras, mezquites. A su vez, se pueden observar liebres y conejos, ratones y ratas canguro, zorros, coyotes, y búhos. Al igual que la vegetación, los animales sufren adaptaciones especiales que les permiten vivir en las condiciones adversas de esta árida región.
La Zona del Silencio es frecuentemente comparada con el Triángulo de las Bermudas, con las Pirámides Egipcias, las Ciudades Sagradas del Tibet, Cabo Cañaveral, todas localizándose entre los paralelos 26 y 28 (Hunt 1984).
Pronto surgió la versión de que justo al otro lado del mundo, en algún lugar del Tíbet o Nepal, existía una zona con las mismas características, por lo que se considera a la zona como un polo donde se concentraba la energía terrestre.
En 1978, se creó la Reserva de la Biosfera de Mapimí, auspiciada por el programa «El Hombre y la Biosfera» de la UNESCO, el Instituto de Ecología, el CONACYT y otras organizaciones.
Sin embargo, una poderosa energía magnética, responsable de la atracción de los cuerpos celestes hacia el sitio, es en realidad lo que puebla este singular desierto mexicano y lo reviste de un ambiente denso que pesa sobre el visitante, remontandolo a otra dimension, distinta de la normal. Así, la Zona del Silencio ofrece no solo un paisaje insólito sino también una experiencia sensorial.
Para su fortuna, ha sido designada «Reserva de la Biosfera de Mapimi», y el Instituto de Estudios del Desierto, organismo gubernamental duranguense, vigila que su prodigiosa flora -que incluye a los endogenos nopales morados- y su sorprendente fauna -tortugas y reptiles únicos en el mundo – se mantengan alejadas de la contaminación mundana.
Por eso, es difícil penetrar a la Zona del Silencio a través de polvorientas e interminables brechas, y los campesinos de ejidos como Las Lilas, en Coahuila, dan la impresión de ser los mas alejados de la civilización moderna, viviendo en un confín del mundo, solitario y remoto.
A 64 kilómetros de la carretera que va de Torreón a Quimicas del Rey, en Coahuila, y otros tantos del ferrocarril que conecta con Estacion Carrillo, Chihuahua, o de la salida hacia Ceballos, Durango, el desierto ocupa al menos 160 mil hectareas de silenciosa y desolada extensión.
Cayo el Athenas y llego la fama
En los primeros años de la década de los 70, un cohete de la NASA llamado Athenas cayo en la región debido a un desperfecto.
Varias semanas duro su búsqueda en las inmediaciones de Medanos, sitio ubicado en la parte duranguense de la Zona del Silencio que se caracteriza por sus formaciones rocosas similares a estalagmitas, como dedos de una mano gigante.
A pesar del esfuerzo de los tecnicos norteamericanos, los aparatos de radar utilizados no aportaban dato alguno, e incluso el rastreo desde el aire resulto infructuoso.
Cuando al fin fue localizado el cohete, se tendió un tramo de vía férrea desde Estación Carrillo, pero la revista Mexico Desconocido afirma que los especialistas no solo se llevaron el cohete, sino tambien varias toneladas de arena del desierto con el pretexto de que estaba contaminada, bajo un fuerte dispositivo de seguridad.
Eso origino rumores de que la zona poseía cualidades magnéticas desconocidas, que aumentaron cuando el lugareño Harry de la Peña descubrió un punto a donde no llegaban las ondas de radio. Sus declaraciones originaron una investigacion realizada por universitarios de Torreón, quienes propusieron la teoría de que un cono magnético cubría esta región y bloqueaba diferentes tipos de señales.
Sin embargo, el autor de este articulo si pudo sintonizar la radio en la ladera del Cerro Pastelone, y se afirma que quienes se dedican a estudiar la región no han podido localizar de nuevo la tal «zona silenciosa».
Es posible que el magnetismo mencionado mas bien influye en la frecuencia con la que se pueden apreciar numerosas estrellas fugaces que «caen» hacia el desierto y se acercan tanto que parecen bolas de fuego.
Este fenómeno natural que agrega movimiento a la bóveda celeste coincide con la aparición un globo sonda que pasa cada 90 minutos, y es claramente visible desde el lugar, por lo que algún observador podría confundirlo con un objeto volador no identificado.
Entre cráteres, estrellas, cohetes y misterio, la aventura espacial se complementa al visitar una de las zonas donde cayo un meteorito, ubicada en el ejido Las Lilas, en la que es claramente visible un área circular cubierta con rocas metálicas pulverizadas.
Un letrero indica el sitio preciso con una única leyenda: «Meteorito»l. Al internarse en su pedregoso contorno se aprecian las muestras de roca metálica lisa por la ignición o bien, porosa como espuma del metal que hierve a gran velocidad antes de chocar contra la Tierra.
Es importante agacharse a recopilar algunos aereolitos, de muy distinta textura a las rocas comunes, porque dicen que representan la buena suerte que viene del espacio.
Habitantes del Silencio
Manos recias y piel curtida por el fuerte sol caracterizan a Miguel Garcia, comisariado ejidal de Las Lilas, lejano poblado en el que viven 18 familias.
«No, por aqui no pasa nada», expreso al negar posibles avistamientos de naves o meteoros, señalando que la vida en la desertica zona es tranquila, aunque no facil. Al darle la mano, se percibe la rudeza del trabajo que ejecuta don Miguel y la aridez del clima que le ha agrietado la piel.
En regiones como esta, se establecen fideicomisos de riesgo compartido para estimular la ganaderia con capital gubernamental, y hacer posible la economia de la region. En particular, en Las Lilas se invirtieron este año 224 millones 51 mil pesos para habilitar ocho mil 865 hectareas de agostadero con 350 «unidades animal» que equivalen a vacas con becerro o bien, caballos.
Siguiendo la indicacion de don Miguel, fue posible dar con un banco de fosiles, otro elemento de interes que tambien posee la Zona del Silencio.
Por haber sido en la Era Cenozoica parte del Mar de Thetis, el gran desierto chihuahuense que abarca esta region esta lleno de caracoles y conchas marinas fosilizados, que esporadicamente surgen de las candentes arenas. Un letrero pide a los visitantes que no se lleven los fosiles, pero dificilmente alguien vigila que la orden se cumpla.
Solo estan presentes los extraños nopales de color violeta, los numerosos cactus que llaman «viejitos» por sus espinas que simulan cabello blanco, los nopales rastreros que sirven de alimento al ganado, o matorrales como el hojase o la gobernadora.
La fauna silvestre de la region incluye las escasas tortugas endogenas, que estan siendo conservadas en el Instituto de Estudios del Desierto para evitar su extincion, asi como a veloces liebres, palomas silvestres que cantan al salir el sol, uno que otro coyote, y otros reptiles que por fortuna permanecen ocultos en tiempo de calor.
Para abandonar la Zona del Silencio, hay que batallar con los peligrosos bancos de arena, en los que los vehiculos pueden quedarse varados. El calor es sofocante. Poco a poco se va reduciendo la alta efige del Pastelone al alejarse hacia la carretera, sin perder su aspecto de crater lunar, similar a los que muestra en la lejania la Sierra del Diablo.
La atmosfera sorprendente de un desierto magnetico, que atrae meteoros a la Tierra y donde el silencio reina a lo largo de kilometros de blancas arenas, quedo atras, al fin. Regresar de la Zona del Silencio es como volver de otro mundo a la realidad.