El 30 de julio de 1975, Jimmy Hoffa fue visto por última vez a la salida de un restaurante en Detroit (EE.UU.) y a partir de ese momento se convirtió en uno de los mayores misterios en la historia de la investigación criminal estadounidense: su cuerpo nunca fue hallado.
Hoffa, quien se había transformado en una de las figuras más polémicas de Estados Unidos como presidente del Sindicato de Camioneros (Teamsters), era visto como un héroe por sus compañeros pero había cosechado una larga lista de enemigos.
Jimmy Hoffa, cuyo nombre completo era James Riddle Hoffa, nació en la localidad de Brazil, en el estado de Indiana, en el centro de EE.UU., en 1914 y desde los 18 años comenzó a ser parte de las manifestaciones y movilizaciones del que era el mayor sindicato en EE.UU.: la Hermandad Internacional de Camioneros, también conocidos como «los Teamsters».
El sindicato estaba compuesto, hacia 1957, por cerca de un millón de miembros, que lo convertían en una poderosa organización laboral, donde después de varias alianzas y promesas de expansión, Hoffa se convertiría en su líder, sin haber trabajado de forma oficial como camionero.
Su popularidad era tal que uno de sus compañeros y abogado por más de 35 años, William E. Bufalino, lo describía así:
«Nunca habrá otro así en los Teamsters. Si fuera mujer, estaría embarazada cada nueve meses. No sabía cómo decir que no. Hizo tantos favores para tanta gente», le dijo Bufalino al diario The Washington Post en 1982.
Al frente de la organización de trabajadores se convirtió en un personaje bastante popular y transformó a la Hermandad Internacional de Camioneros en el principal y más poderoso sindicato del país.
Sin embargo, a la vez que era seguido por sus compañeros sindicales, Hoffa comenzó a relacionarse con la mafia pues según The Washington Post y The New York Times, Hoffa ofrecía lavar parte del dinero gánster por medio del sindicato, a cambio de intimidar a empresarios y otras actividades ilegales.
Jimmy Hoffa (izquierda) junto a su hijo James.
Al darse cuenta de las maniobras, el Fiscal General de entonces, Robert Kennedy, se convirtió en uno de sus críticos más acérrimos pues creó un equipo para llevarlo a la cárcel.
En 1964, tras lidiar con varias acusaciones e incluso audiencias legales en el Senado estadounidense, fue enviado a prisión después de ser hallado culpable de intentar sobornar a un jurado durante un proceso legal en su contra.
En 1971, el presidente Richard Nixon lo indultó, pero puso como condición que no volviera a la actividad sindical durante una década.
Estaba en su intento de recuperar la presidencia de los Teamster, mediante varias apelaciones legales, cuando organizó un almuerzo ese 30 de julio de 1975 con un excompañero y con uno de los mafiosos más reconocidos de Detroit cuando fue el último día que lo vieron con vida
«Fue difícil hacer este trabajo porque las personas cercanas a Hoffa no querían saber nada del FBI, porque nosotros lo habíamos enviado a prisión diez años atrás», le contó a la BBC John Anthony, agente del FBI que estuvo en la investigación de su desaparición.
De acuerdo al relato de la revista Time, los familiares de Hoffa indicaron que él había sido convocado al restaurante Machus Red Fox de Detroit por Anthony Provenzano y Anthony Giacalon.
El primero era un poderoso miembro de los Teamsters que no quería el regreso de Hoffa y el segundo, un reconocido líder mafioso, o sea, que muchos creen que fue una reunión para eliminarlo.
«Tony Giacalone era sin dudas un tipo duro. Cuando fuimos a entrevistarlo en una granja que tenía no nos dijo una palabra», recordó el agente del FBI.
Pero la esposa de Hoffa le contó a Anthony que el ex líder sindical la había llamado hacia las 2:30 de la tarde para decirle que nadie había llegado al Machus Red Fox.
Después no se supo nada de él pues solo hallaron su vehículo cerrado cerca del restaurante, sin ningún tipo de pistas por lo que sin testigos oculares o confesiones directas, pronto el caso comenzó a ser inviable para el FBI.
Tanto Provenzano como Giacalone negaron ante la Oficina de Investigaciones haber convocado la cita y demostraron que no estaban en el centro de Detroit en el momento de la desaparición de Hoffa.
«Meses después nos pidieron de forma extraoficial que diéramos algunas hipótesis sobre lo que pudo haber ocurrido y señalamos que podría haber sido Provenzano, con quien había tenido problemas después de salir de prisión», anotó Anthony.
«Creo que también hubo participación de la mafia. Creo que hicieron desaparecer el cuerpo de Hoffa ese mismo día y nunca más va a aparecer», señaló el agente.
En julio de 1982, siete años después de su desaparición, el estado de Michigan declaró legalmente muerto a Hoffa ya que entonces las teorías sobre su muerte se habían vuelto casi una leyenda.
Primero se dijo que lo habían cubierto de concreto y estaría en alguna de las columnas del estadio del equipo de fútbol americano los Gigantes de Nueva York y otros decían que lo habían enterrado en un pantano en el estado sureño de Florida.
Una de las revelaciones más explosivas ocurrió en 2004 cuando el abogado Charles Brandt publicó un libro llamado «Escuché que usted pinta casas: la historia de Frank Sheeran y el caso final sobre Jimmy Hoffa».
En ese libro, Brandt señalaba que Sheeran, quien había trabajado como hombre de seguridad de Hoffa, lo había asesinado en 1975 algo que negó la Universidad de Harvard en una de sus investigaciones.
El último tramo de su misterio se recorrió cuando en 2012 en el parqueadero de una casa cerca de Detroit se encontró una anormalidad debajo del suelo.
El FBI pasó meses investigando la vivienda, pero al final llegaron a la misma conclusión que en otras ocasiones: la «anomalía» no era el cuerpo de Hoffa.