Si existe una enfermedad que realmente se la puede considerar escalofriante es la catalepsia. Para quienes no conocen nada al respecto, quienes padecen esta enfermedad presentan síntomas similares a los de una persona muerta. Sus extremidades se ponen rígidas, el tono de su piel se vuelve pálido, el pulso y la respiración son casi nulos, y no responden a estímulos externos. De hecho, existen numerosos casos de personas que han sido enterradas, aún estando vivas.
En muchos cementerios de todo el mundo, se exhuman los cuerpos por diferentes motivos, y se descubre extrañas particularidades en los ataúdes. Parece ser que no es algo raro, sino mas común de lo imaginable. Cuerpos boca abajo, cajones rasguñados en en el interior de la tapa, hasta incluso rotos. La catalepsia, en sus casos mas extremos, puede prolongarse por días. Al día de hoy en casi todos los países se realizan electroencefalogramas para constatar de la muerte de una persona, pero en otros no. ¿Que ocurriría si entonces, una persona cataléptica recobra la consciencia en el momento del crematorio?
Este horno industrial gigante e infame, capaz de alcanzar altas temperaturas, es donde se someten los cuerpos, para liberar su alma, y transformarse en cenizas para sus difuntos. Tres cañones lanza llamas, alimentados por diferentes combustibles bañan el cadáver en fuego. Quienes presenciaron este morboso espectáculo pueden afirmar que se paga el precio por hacerlo. La temperatura es tan fuerte, que el cabello desaparece de inmediato, la piel se ampolla, los labios se pegan a los dientes y lo peor de todo, el cuerpo comienza a contorsionarse como un bailarín demente.
Esta historia de terror es real, y la persona que la cuenta, a la que llamaremos “visitante” decidió investigar los fenómenos que ocurrían en estos casos, por lo que se dirigió hacia un cementerio, del cual se prefiere resguardar la identidad por razones legales.
El visitante se dirige al cementerio, a hablar con alguien encargado. La duda concreta que tenia era, si los gritos que se decía que se escuchaban en el crematorio en algunos casos, eran reales. A lo que el cuidador del cementerio responde que si, que se debía por el aire acumulado en los pulmones. El visitante, intentando indagar más, le pregunta si alguna vez una persona había emitido palabras durante la cremación. El cuidador lo miró sorprendido y no contesto pero bajo la mirada, y suspiró, como si estuviera tomando coraje para hablar.
Luego de incómodos minutos de silencio, el visitante insiste en que conocía casos reales de catalepsia, donde se enterraba vivas a personas pensando que estaban muertas, y que esos casos eran reales, por lo que debería de existir algún caso transcurrido en el momento de la cremación. La respuesta del cuidador fue realmente escalofriante…
– si, a veces se escuchan pedidos de auxilio, insultos-. El visitante tragó saliva con dificultad, con sorpresa e indignación al oír lo que le estaban contando.
-¿Como es posible?
– una vez que el fuego se enciende, se tarda mucho tiempo en volver atrás.
-¿Entonces, se dan cuenta de que esta vivo? ¿Y que hacen?
-Rezamos
-¿Esto pasa seguido?
-Cinco o seis veces por mes.
Se calcula en el mundo, que hay cerca de 10 millones de personas que tienen fobia a la catalepsia.