Phantasmagoria, las primeras apariciones del horror

Durante el siglo XVIII se destacó una forma macabra en las representaciones teatrales: la Phantasmagoria, la cual permitía llevar al público a un mundo de horror y sombras.

Phantasmagoria

A finales del siglo XVIII los franceses inventaron la Phantasmagoria (fantasmagorie, fantasmagoria), la cual se volvió muy popular en toda Europa rápidamente a principios del siglo XIX. Pero esto no podía ocurrir sin antes la invención de la “linterna mágica”.

La Linterna Mágica se desarrolló en el siglo XVII. Athanasius Kircher publicó en 1646 un texto titulado Ars Magna Lucis et Umbrae (La gran ciencia de la luz y la oscuridad), pero al parecer no había ninguna referencia sobre este aparato aunque se le acreditaba el invento. El primer registro sobre dicho artefacto apareció en el manuscrito de Chrstiaan Huygens de 1659, el cual mencionaba un objeto capaz de proyectar imágenes al que se le considera el precursor del proyector actual. Este artefacto descrito por Huygens se formaba de una cámara oscura que tenía un juego de lentes y un soporte corredizo en el cual se ponían las placas de vidrio pintadas con las figuras, las cuales eran las transparencias. Las imágenes eran iluminadas con una lámpara de aceite, pues aún no había luz eléctrica. También tenía una chimenea para dejar salir el humo.

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Al principio, la linterna mágica se utilizaba para proyectar imágenes pintorescas y pastoriles, pero pronto los demonios y esqueletos hicieron su aparición en ellas dando pie a la Phantasmagoria. Las historias de fantasmas se volvieron populares y sus creadores se convirtieron en verdaderos showmen, el impacto en el público fue tal que se considera el precursor del cine de horror.

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Pero aquellos fantasmas y demonios no sólo espantaban al público, también perseguían a quienes presentaban este tipo de proyecciones. A mitad del siglo XVIII, en Alemania, Johann Georg Schröpfer quien era dueño de un café, comenzó a ofrecer sesiones espiritistas en un sala de billar, teniendo tanto éxito que para 1760, Schröpfer ya era todo un showman, ya que utilizaba efectos avanzados para proyectar fantasmas con el fin de generar sesiones espiritistas convincentes. Pero todo cambió cuando los fantasmas vinieron por él en 1774, cometiendo suicidio y siendo víctima de sus delirios.

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Alrededor de 1770, se hicieron mejoras en este campo, principalmente en Versalles, donde François Dominique Séraphin utilizó las linternas mágicas para proyectar “Ombres Chinoises” (sombras chinas); por su parte, Edmé-Gilles Guyot experimentó con la proyección de fantasmas y humo.

Pero fue hasta 1789 cuando se vio por primera vez un verdadero espectáculo de Phantasmagoria creado por Paul Philidor, quien incluía en su presentación trucos de espiritismo y efectos de proyección. Tuvo mucho éxito en Berlín, Viena y París durante 1793. Durante este periodo el Romanticismo alcanzaba su auge y la novela gótica escalaba a la par, por lo que el interés del público en temas sobre misterio creció dándole entrada a la Phantasmagoria.

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En 1797 apareció un grande de esta forma teatral. El belga, Étienne-Gaspard “Robertson” Robert presentó su primera Phantasmagoria en el Pabellón de l’Echiquier en París. El proyector se colocaba tras una manta traslúcida fuera de la vista de la audiencia, pero Robertson pronto descubrió que podía utilizar el proyector con ruedas al que llamó “Phantascope” para generar imágenes en movimiento o que éstas se hicieran grandes o pequeñas, cuidando que la imagen estuviera bien enfocada en todo momento.

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Con el éxito, Robertson llevó su espectáculo a Viena y a San Petersburgo. Después se movió a una cripta capuchina abandonada cerca del Palacio Vendôme, donde proyectó durante seis años todo tipo de historias acompañadas por efectos de sonido y con ambiente escalofriante proporcionado por la cripta. En este espectáculo, Robertson utilizó imágenes rodeadas de color negro para simular el libre movimiento de los fantasmas, aunque también utilizaba varios proyectores para poner a los fantasmas en distintos entornos. Las proyecciones consistían en fantasmas y esqueletos que se aproximaban al público, para agregarle un toque más horrorífico, Robertson y su equipo añadían voces a los fantasmas, lo cual asustaba al público totalmente.

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El realismo de la Phantasmagoria de Robertson era tan bien realizada que la policía detenía sus shows, ya que creían que tenía el poder de atraer fantasmas y demonios. Debido a una demanda en 1799, por parte de sus asistentes quienes empezaban sus propias Phantasmagorias, Robertson tuvo que confesar ante el público sus secretos sobre las proyecciones, lo que al poco tiempo generó la aparición de shows similares en Europa y Estados Unidos, aunque muchos no eran tan elaborados como el de Robertson.

Sin embargo, en 1801 se revolucionó la manera de apreciar la Phantasmagoria gracias al éxito de Paul Philidor presentado en Londres en el Teatro Lyceum, en el cual Philidor tomó la decisión de no querer engañar más a la gente al tratar de hacerles creer que las apariciones eran reales. Así, Philidor comenzó su espectáculo con un discurso en el cual dejaba en claro que la phantasmagoria era sólo para entretener.

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Para 1803, la Phantasmagoria llegó a Estados Unidos al Mount Vernon Garden en Nueva York. En los años siguientes se desarrollaron diversos espectáculos, pero al poco tiempo se volvió obsoleta, aunque las proyecciones y sus técnicas fueron utilizadas en distintos campos. Por ejemplo, aquellos trucos utilizados en los filmes de  Georges Méliès, quien produjo lo que se considera la primera película de horror “Le Manoir du diable” (1896).

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Debido a las épocas en las que surgió, este tipo de horror representado teatralmente fue una de las primeras formas de aterrorizar al público. La Phantasmagoria dejaba ver un mundo de sombras y fantasmas que, más allá de venir de ultratumba, quizá eran un reflejo de las mentes oscuras de quienes la realizaban.

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