VENTANAS DEL ALMA
Hubo un accidente. Uno grave. Yo resulté ileso, pero mi esposa murió con el impacto. Mi hijo, Cam, sobrevivió. Supongo que puedes llamarlo sobrevivir. Fue atravesado por un pedazo de metal desde su ingle. Alguien en el hospital dijo que fue un milagro que no se desangrara. Les hubiera creído si no se hubiera estado quemando mientras estaba atrapado.
Desde el asiento trasero, en tanto observaba las llamas dirigirse hacia él, la piel de Cam se comenzó a ampollar. Gritó y gritó. Una parte fue ininteligible, pero una buena porción de lo que dijo eran gritos por ayuda. Yo no podía alcanzarlo, así que lo vi quemarse. Su piel se calcinó a medida que sus interiores hervían. Su cabello se encendió con un destello blanco, consumiéndose en segundos. Luego vino su vestimenta. Era de algodón, así que se quemó rápido; pero su calzado ardió y se derritió, cubriendo sus pies con material artificial fundido.
No oí llegar a los camiones. Los bomberos me hicieron a un lado mientras rociaban el auto con espuma piorretardante. Cam había quedado inconsciente, pero yo simplemente asumí que había muerto. Cuando encontraron su pulso y aserraron el auto para sacarlo, no pude comprender cómo fue que sobrevivió. Pero sentí algo similar a la alegría. Viaje con él en la ambulancia hacia el hospital. Fue cuando él estaba en la unidad de quemados, conforme desbridaban el noventa por ciento de su piel, que una enfermera me dijo lo afortunado que era.
Han pasado tres años y Cam tiene catorce. Su cuerpo es un lienzo perverso de injertos de piel y amputaciones. Sus brazos y piernas se calcinaron hasta el hueso y tuvieron que ser removidos. Mientras estaba en la unidad de quemados, se desarrolló una infección de estafilococo en su mandíbula inferior, la cual también tuvo que ser amputada. Lo privaron de su lengua y dientes, y una capa de piel extensa fue suturada desde su pecho al área inmediatamente debajo de donde su nariz solía estar. Ahora, su cuello siempre permanece estirado hacia abajo. Pero sus ojos se conservaron intactos. Tuvo la suficiente presencia mental como para cubrirlos con sus manos antes de que pudieran ser destruidos por el fuego. Debió haber sido esa suerte que mencionaron.
Puedo sentir el calor de su mirada siempre que estoy cerca. Es como si me quisiera decir algo; pero se supone que eso es imposible. No ha demostrado, en lo absoluto, la habilidad para comunicarse desde el accidente.
Sé que no es así. Creo que solo está esperando el momento… aunque estoy muy aterrado como para imaginarme el motivo. De cualquier forma, las señales están ahí. Todos los días tengo que remover los cadáveres achicharrados de aves y ardillas del área del patio que Cam puede ver desde su postura reclinada en la cama.
Sigo recordando cómo se debió de haber sentido mientras yo lo miraba quemarse. Su mirada fulminante me dice que no lo ha olvidado.