Papa Juan Pablo I, el pontífice que solo duró 33 días en el Vaticano
Albino Luciani tenía 66 años cuando fue nombrado como el 263.er Papa de la Iglesia católica y soberano de la Ciudad del Vaticano el 26 de agosto de 1978.
La madrugada del 28 de septiembre de 1978, el secretario particular del papa, no lo encontró en la capilla como era costumbre por lo que acudió a su habitación y ahí lo encontró muerto sobre la cama.
Solo duró 33 días como Papa, luego de la consternación inicial se impuso el estado de sospecha, o sea, las teorías conspirativas fueron ganando espacio y en la opinión pública se fue instalando la convicción de que Juan Pablo I había sido asesinado.
Luciani no llegó al cónclave como uno de los favoritos ya que la atención estaba puesta en otros dos italianos que representaban vertientes opuestas a las de Juan Pablo I.
Los conservadores, cuyo candidato era el obispo de Milán, que apelaban por la vuelta a las raíces y por obturar cualquier posibilidad de apertura, por un lado; por el otro, los que querían profundizar el camino del Concilio Vaticano II.
Queda claro que ninguno de los dos proponía una revolución y en algún momento de las votaciones pareció que un brasileño, Aloisio Lorscheider, prominente representante de la Teología de la Liberación, era un firme candidato aunque demasiado radical para esos tiempos.
Así fue como, casi por sorpresa, apareció el nombre de Luciani, o sea, una figura afable, alejada de los extremos, confiable pues la leyenda que se perpetuó dice que cuando le informaron que iban a votar por él, Luciani trató de convencerlos de que estaban cometiendo un error.
Su papado, dada su corta duración, no dejó huella estructural ni en la Iglesia ni en el mundo exterior pero quizá su mayor legado haya sido desistir de la ceremonia de coronación (optó por una misa) y de utilizar la silla gestatoria.
Albano Luciani el día de su elección como Juan Pablo I
Esos fueron símbolos de un intento por dejar de lado el lujo habitual, de mostrar una imagen de mayor humildad; e incluso descubrió que las finanzas del Vaticano y algunos asuntos internos estaban desacomodados.
El largo período de Pablo VI y su avanzada edad habían servido para que varios hicieran negocios espurios y para que se pudieran mover sin que nadie los controlara demasiado.
Así, se suele afirmar, Juan Pablo I estaba preparando una serie de cambios entre los obispos y cardenales de mayor poder para poder tener el manejo de la situación y para terminar con la corrupción, o sea, era un peligro potencial para los corruptos.
Sin embargo, no pudo hacer nada de eso ya que murió antes de hacer esos nombramientos y despidos pocos días después de cumplir un mes como máximo pontífice.
La versión oficial del Vaticano indicó que murió de un ataque al corazón mientras dormía el 28 de septiembre de 1978 al ser encontrado por su secretario personal en su cama, mientras en una mano sostenía un libro abierto.
Los rumores comenzaron a arreciar y las primeras sospechas se basaron en los movimientos confusos y en los datos inexactos brindados por el Vaticano.
Se dieron varios horarios de muerte; al poco tiempo tuvieron que reconocer que quien lo encontró fue una monja que lo asistía; se apuraron los tiempos del embalsamiento y no se practicó una autopsia por la supuesta oposición de sus familiares.
Juan Pablo I y el futuro Juan Pablo II
Pero también según otras investigaciones se cree que existe la más que probable certeza de que sí se le realizó la autopsia pero el Vaticano no dio a conocer los resultados.
Todos los rumores que fueron tomando forma y creciendo en esos años, explotaron en 1984 cuando el periodista David Yallop publicó En el nombre de Dios, un mega best seller de no ficción en donde sostenía la tesis del asesinato.
Yallop logró convencer a millones de personas que Juan Pablo I fue envenenado donde culpaba de ello al cardenal Marcinckus, encargado de las finanzas del Vaticano (luego ascendido por Juan Pablo II), al obispo que era el principal asistente del Papa, a la logia P2, a Licio Gelli, al Banco del Vaticano y al Banco Ambrosiano.
En 2017 aparecieron una serie de trabajos que citan los testimonios de las monjas que lo encontraron, de colaboradores y familiares que cuentan otra versión.
Tumba de Juan Pablo I
Dicen que la tarde anterior había tenido un fuerte dolor en el pecho durante cinco minutos pero como se le había pasado decidió seguir trabajando sin llamar a su médico; también hablan de algunos antecedentes cardíacos en Luciani y de al menos tres casos de muerte súbita entre sus familiares más directos.
La monja que lo asistía contó que le dejó su café como siempre a las 5.30 hs pero, diez minutos después, al descubrir que el Papa no había salido de su habitación lo llamó.
La Hermana sostiene que ingresó a la habitación del pontífice y que lo encontró acostado con un papel en la mano con los anteojos puestos, la cabeza ladeada y su sonrisa de siempre y los brazos estaban afuera de las sábanas.
La monja pensó que Luciani le estaba jugando una broma pero cuando vio que no respondía llamó de urgencia al doctor que ya no pudo hacer nada.
Todavía a día de hoy lo narrado por la monja que le asistió sigue siendo la versión oficial de la Iglesia, aunque muchos saben que el Vaticano se niega a contar toda la verdad de su muerte.
El Vaticano ya no ahondó en el tema, pero muchos creen que la clave se encuentra en los papeles que Juan Pablo I tenía en sus manos ya que hay quienes dicen que era un listado con todos los obispos miembros de logias masónicas que serían expulsados en los siguientes días; otros creen que era la nómina de los que ocuparían los nuevos cargos vaticanos.
En definitiva, su muerte sigue siendo un misterio ya que mientras uno creen que murió de causa natural (ataque al corazón) otros fue producto de una conspiración: mafia, logias, Banco Vaticano…..