Resulta escalofriante leer sobre algunos personajes históricos debido a que pusieron a temblar al mundo con sus terribles actos. Tal es el caso de Elizabeth Báthory o “La Condesa Sangrienta” a quien se le considera como la asesina en serie más prolífica de la historia.
Báthory Erzsébet nació en 1560 en la cuna de la noble familia Báthory que se origina en el clan Hun Gutkeled, el cual tenía poder en áreas del este central de Europa, actualmente Polonia, Hungría, Eslovaquia y Rumanía. Empezaron a ser eminentes a principios del siglo XIII y adoptaron el nombre de uno de sus estados, “Bátor” (valiente), como familiar. Sus mejores años de poder fueron en el siglo XVI, cayendo dramáticamente en 1658 después de haber ocupado puestos importantes.
Stephan Báthory, ancestro de Elizabeth, peleó junto a Vlad Dracula en sus intentos por reclamar el trono de Valaquia y el primo de Elizabeth se volvió Príncipe de Transilvania en 1571 y, posteriormente Rey de Polonia. Sin embargo, la endogamia de la familia quizá causó ciertos problemas en algunos de sus miembros y de la propia Elizabeth y de su comportamiento sádico.
Elizabeth fue educada como la realeza Magyar. Aprendió latín, húngaro y griego. Se decía que era muy bella y todos lo hacían notar. Apenas cuando tenía 11 años la comprometieron con el conde Ferenc Nadasdy, un valiente guerrero y atleta aunque no erudito. Se dice que fue la madre de Ferenc quien arregló todo para conseguir prestigio. En 1574, Elizabeth se embarazó de un amante campesino, fue escondida hasta que su hija nació y fue dada a la familia del campesino para que la cuidara. Al año siguiente se casó con Ferenc y así se convirtió en la dama del Castillo de Csejthe ubicado en los Montes Cárpatos, ahora el centro de Rumanía, el cual estaba rodeado por un pueblo de campesinos y tierras de cultivo. La vida ahí era tranquila, sin incidentes, y el Castillo no representaba nada más que lo que era.
Mientras su esposo estudiaba en Viena, Elizabeth pasó mucho tiempo sola. Posteriormente, Ferenc se convirtió en el principal comandante de las tropas Húngaras contra el Imperio Otomano. En este tiempo, la vida de la joven Elizabeth se volvió lo suficientemente aburrida como para optar por darse gusto en sus excéntricos deseos. Comenzó a convocar a personas que se dedicaban a las artes ocultas y siniestras, muchos de ellos decían ser magos, brujos, hechiceros, alquimistas y demás practicantes de ritos relativos al Diablo y quienes le enseñaron sus secretos.
Además, se dice que al ser su esposo muy ausente, ella tuvo diversos amantes jóvenes y que una vez escapó con uno de ellos, pero por poco tiempo. También relatan que Elizabeth disfrutaba torturar a sus sirvientas jóvenes, aunque al parecer fue Ferenc quien la enseñó a hacerlo. Las golpeaba con un látigo de púas y un garrote o las sacaba a la nieve desnudas y eran mojadas hasta morir congeladas. Fue su tía quien la introdujo en el placer de la flagelación.
Después de diez años, Elizabeth y Ferenc tuvieron hijos: tres hijas y un varón. Al parecer era una buena madre. En 1604, Ferenc murió debido a una extraña enfermedad debido a una herida causada por una prostituta a quien no le quiso pagar. Pronto quería reemplazar al marido que nunca le importó, pero su apariencia ya no era la misma debido a sus lujuriosos deseos y el tiempo, sus 43 años ya se notaban. Muchos hombres trataron de ser la nueva pareja de Elizabeth debido al apellido, pero ella estaba en la lista al trono de Polonia y quería hacerlo, ya que era una mujer educada, más que muchos en el poder. Pero sin juventud, no podía realizar ninguno de sus objetivos.
Con todo ese peso sobre ella, su humor también había cambiado. En una ocasión, golpeó a una de sus jóvenes sirvientas por una pequeñez sacándole sangre con sus uñas. La piel de Elizabeth se ensució marcando el principio de sus más sórdidas locuras. Ella aseguraba que la parte de su cuerpo que había estado en contacto con la sangre había mejorado, la piel se notaba fresca y joven.
Le pidió consejo a los alquimistas y brujos que se hospedaban en su castillo, ellos para no defraudarla le comentaron que era posible, ya que antes la sangre de una virgen había causado un efecto similar en un hombre noble y ya viejo. Por esta razón empezó a creer que baños de sangre podrían devolverle la juventud, y beber sólo la de aquellas jóvenes hermosas.
Se dice que fue Dorotta Szentes, junto con otras brujas, quien le ayudó en esta macabra tarea. Escogían muchachas vírgenes para cumplir el deseo de Elizabeth. Las mujeres eran colgadas de cabeza desnudas y vivas con grilletes en los tobillos, sus gargantas eran cortadas para drenar la sangre para el baño de Elizabeth. Al principio, ella bebía de una copa de oro, pero su deseo crecía, entonces bebía la sangre directamente del cuerpo. Al poco tiempo se dio cuenta de que la sangre tenía sólo un ligero efecto, indicando que era defectuosa y debía obtener una de mejor calidad.
A principios de siglo XVII, Elizabeth estableció una academia para señoritas nobles en su castillo, ya que las buenas familias de Transilvania deseaban que sus hijas recibieran una buena educación. En la academia se recibirían veinticinco jovencitas cada vez. Con ayuda de Erszi Majorova, ya que Dorotta había muerto mucho antes, una viuda de los principales granjeros, comenzó con la cacería de muchachas nobles dándoles el mismo fin que a las campesinas.
Todo se daba de forma fácil, por lo que Elizabeth descuidó ciertos detalles, algunos de los cuerpos eran tirados afuera del castillo. Los campesinos, horrorizados por las desapariciones y los hallazgos afuera del lugar, comenzaron a recolectar los cuerpos y a identificar a las jóvenes. Todo esto llegó a oídos del Rey de Hungría, Matías II, quien designó a György Thurzó, Nádor de Hungría, a que investigara estos crímenes y quien a su vez ordenó a dos notarios recoger evidencia sobre los hechos, obteniendo declaraciones de 300 testigos. El Rey ordenó inmediatamente el arresto de Elizabeth.
En la noche, los soldados llegaron al Castillo Csejthe mientras que el Parlamento Húngaro estaba cerrado debido a la Navidad. Al parecer encontraron a una mujer muerta en un pasillo y a otras encerradas en celdas. Dorothea, Helena y Ficzko fueron arrestados por ser ayudantes de Elizabeth al igual que Erszi, quien intentó escapar y después fue encontrada. Elizabeth no podía ser arrestada debido a su condición noble y provocaría un escándalo negativo para la familia Báthory que entonces era muy influyente en Transilvania, por lo que estuvo en arresto domiciliario. Según los testimonios las primeras víctimas fueron adolescentes campesinas. Las atrocidades realizadas comprendían golpizas, quemaduras y/o mutilación de manos, mordidas a los cuerpos de las víctimas tanto en la cara como en otras partes del cuerpo, congelamiento. Según relatos, Elizabeth no sólo cometió estos terribles actos en el castillo Csejthe, sino también en Sárvár, Németkeresztúr, Bratislava y Viena. Se cree que el total de muertas era de 650 entre los años 1585 y 1610, según una carta entregada por una de las jóvenes sirvientas que fue perdonada.
Los juicios para los ayudantes de Elizabeth comenzaron el 2 de enero de 1611 en Bicse. Helena Jo y otra mujer fueron señaladas como las principales perpetradoras de los asesinatos, fueron sentenciadas como brujas, se les cortaron los dedos y luego las quemaron vivas. Ficzko fue decapitado y quemado. El 24 de enero, Erszi Majorova fue sentenciada y ejecutada.
Elizabeth no fue a juicio, pero su familia la tenía cautiva en el Castillo Csejthe. Fue emparedada con pocos orificios para dejar entrar el aire y poderle pasar comida. Permaneció ahí durante 4 años hasta que murió el 21 de agosto de 1614.
Muchos de sus actos fueron exaltados durante la historia. En realidad no se sabe cuántas jóvenes perecieron ante la crueldad y locura de la Condesa Sangrienta. Debido a su relación con el ocultismo y los brujos, se dice que escogía muchachas vírgenes, aunque en la evidencia y testimonios no se dijeran tales datos y dichos relatos fueron sacados a través de torturas a los involucrados.
Aún así, Elizabeth Báthory ha sido una de las asesinas en serie más famosas de la historia que ha sido la inspiración para distintas historias, incluyendo “Drácula” de Bram Stoker. La delgada línea entre la ficción y el horror es muy fina, pero la naturaleza de los hechos no dejan de dar escalofríos, dando pie a relatos oscuros y terroríficos sobre la Condesa Sangrienta.