Bueno, esto le pasó a unos amigos y a mí el año pasado, en las vacaciones de verano; en la secundaria organizaron una fiesta de disfraces nocturna (de 6:00 pm. a 1:00 am.) justo en frente de un cementerio.
Al principio todo estaba aburrido pero al anochecer se puso tenebroso ya que a mí y a otros tres amigos: Irvin, César y Leo (nombres ficticios) se nos ocurrió ir hacia el cementerio (escapándonos, claro).
Después de entrar al cementerio empezamos a sentir que nos seguían y escuchar sonidos sobre las tumbas como piedras, o algo que las estaba arañando y como a mí y a Leo nos dio miedo, decidimos regresar a la fiesta pero nos habíamos perdido y lo único que se nos ocurrió fue seguir las luces de la calle y fue lo que hicimos. Después de esto eran como las 11:00 pm. y no encontrábamos nada, entonces vimos a una niña de vestido blanco rasgado y cabello negro corriendo por enfrente de nosotros, lo cual alteró nuestros sentidos y lo único que hicimos fue correr hacia atrás regresando a nuestro punto de partida.
Después de esto caminamos con temor hacia otro rumbo hasta que encontramos el muro que dividía la calle del panteón, pero entonces vimos una lechuza parada en el muro, lo cual nos dejó paralizados a los cuatro, pero entonces César le aventó una piedra y lo único que ocasionó fue que nos persiguiera a brincos, pero entonces Irvin chilló lo más fuerte que pudo y en eso vimos que pasó volando por encima de nosotros.
Después nos regresamos para volver a la fiesta, brincando el muro. Lo más aterrador fue que en la fiesta de disfraces vimos a la chica de vestido blanco rasgado y cabello negro que habíamos visto en el cementerio, nos seguía dentro de la fiesta pues cada vez que la mirábamos la veíamos más cerca y como todos estaban disfrazados nadie sospechaba de ella. Los demás alumnos que estaban en la fiesta aseguran nunca haber visto a esta extraña chica.
Al finalizar la fiesta nosotros cuatro decidimos hacer una llamada a la casa de Irvin por miedo a ir a nuestras casas, pero no pudimos dormir bien ya que aun así escuchábamos ruidos en el cuarto (como pasos y susurros).
No quisimos contarles a nuestros padres porque quizás no nos creerían y nos regañarían por entrar al cementerio.
Esta fue una experiencia que nos marcó la vida a mis amigos y a mí. Espero les haya gustado porque yo no hubiera querido estar ahí.