Mi madre se volvió a casar hace dos años. Papá murió cuando yo tenía doce, por lo que había estado viuda más de diez años. Esta nueva relación fue inesperada pues se conocieron, salieron y se casaron en apenas tres meses. No sabía mucho sobre el tipo, pero mi madre estaba feliz, así que traté de apoyarla. Se mudó a su casa en el estado de Virginia e nos invitó a mi prometido y a mí a pasar un fin de semana en su nuevo hogar, para conocer a su marido.
La casa estaba bastante aislada. Estaba ubicada entre unos pocos cientos de acres, rodeada por hermosas colinas y un paisaje pintoresco.
Me sentía nerviosa por conocer a este sujeto, aunque trataba de aprovechar el viaje al máximo. Durante nuestro primer día allí, me sentía cada vez más incómoda. El nuevo marido de mi madre era muy amable y nos estaba haciendo sentir como en casa, sin embargo no conseguía deshacerme de este sentimiento opresivo. Pensé que estaba más molesta porque mi madre se había vuelto a casar, de lo que estaba dispuesta a admitir. Pasamos la mayor parte del día explorando el exterior ya que me sentía peor cuando estaba en el interior.
Por la noche noche mi prometido y yo nos bañamos juntos.
—¿Qué hiciste en tu espalda? —preguntó cuando me di vuelta.
—Nada. ¿Por qué?
—Tienes un moretón enorme.
Salté para verme en el espejo. Luego nos fuimos a la cama. La única ventana en nuestra habitación daba a un campo completamente vacío, pero no pude dormir hasta que colgué algo sobre ella. No dejaba de sentir como si alguien nos estuviera vigilando desde afuera.
A la mañana siguiente tuve un colapso nervioso. Desperté y no podía dejar de llorar. Le dije a prometido que debíamos irnos. Trató de calmarme, diciéndome que mi ansiedad era solo ocasionada por ver a mi madre con alguien más. Ya me acostumbraría. No obstante, al ver que estaba a punto de sufrir un ataque de pánico, finalmente cogimos nuestras cosas y nos largamos.
Ya en la carretera me sentí aliviada. Incluso estaba avergonzada por mi comportamiento, esperando no haber insultado al marido de mi madre al irme tan pronto. Entonces mi prometido rompió el silencio.
—Ese moretón en tu espalda … ¿pudiste verlo bien? Parecía como si alguien te hubiese golpeado con los dedos extendidos.
Debo aclarar que nadie me había tocado la espalda el día anterior, especialmente tan fuerte como para dejarme marca.
Tres semanas después me visitó mi mamá. Al preguntarme porque había decidido irme tan pronto, me sinceré con ella. Antes de que terminara de contar la historia, se había puesto pálida. Me confesó que se estaba sintiendo de la misma manera en la casa. La odiaba. Quería que se mudaran lo antes posible. Sobre todo tras descubrir que la esposa anterior de su nuevo esposo, se había suicidado de un disparo en el mismo campo al que daba la ventana de nuestra habitación.
Esta historia fue publicada originalmente en Reddit, por el usuario thenirealized.