La Leyenda del Cristo Rey y los mineros
Uno de los grandes atractivos de la ciudad de Pachuca, Hidalgo, es su monumental Cristo Rey que mide 33 metros de alto, 23 de la escultura y 10 de la base, medida que simboliza la edad a la que murió Jesús. Está en la cima del cerro Santa Apolonia y su mirador ofrece una de las mejores vistas de la “bella airosa”.
Cuenta la leyenda que en 1980, un grupo de alrededor de quince mineros retirados le pidieron ayuda al sacerdote Alfonso Romero Ruíz, de la Parroquia de San Francisco, para cumplir una promesa que hicieron cuarenta años atrás.
Explicaron que a mediados de la década de los cuarentas, solían trabajar en la Mina El Paricutín, o sea, de la Compañía Real del Monte y un día, tras terminar una larga jornada de trabajo bajo tierra, subieron pues al elevador para volver a la superficie, pero la maquina tuvo un fallo.
Los mineros quedaron atrapados en el túnel, entre el suelo cavernoso de la mina y el exterior, con peligro de caer más de 300 metros pues entonces desesperados, pidieron ayuda divina: “Cristo Rey, si nos salvas te haremos un monumento”.
Después de estas palabras, tras un largo rato y enormes esfuerzos por parte de los ingenieros, el malacate volvió a funcionar y los hombres se salvaron.
Durante los siguiente años, hicieron de todo para cumplir su promesa, pero la falta de recursos resulta así que no les permitió cumplir con su cometido y ante el temor de morir antes de construir el monumento contactaron con el sacerdote como último recurso.
El religioso, deseoso de ayudarlos, movió cielo, mar y tierra para conseguir el dinero y también el terreno necesario pues la solución llegó en nombre de Luis Manuel Willars, director de la compañía minera, quien accedió ayudarlos y le encargó el proyecto al ingeniero José Luis Lugo Vera y al arquitecto César Narváez Benítez. Tras una extensa investigación, eligieron el cerro de Santa Apolonia para construirlo.
El 6 de septiembre de 1982 se organizó una procesión para llevar la enorme cruz de madera del templo hacia el cerro y dos meses más tarde, comenzó la construcción del monumento gracias a la ayuda de los parroquianos, ciudadanos, políticos y programas sociales, quienes donaron desde agua y cemento, hasta trabajo manual.
La magna escultura del Cristo con los brazos abiertos se inauguró el 17 de abril de 1996, un Domingo de Resurrección.
Hay dos versiones del porqué de la posición de sus brazos: unos dicen que es simplemente un gesto de acogimiento; otros dicen que es para que los fuertes vientos de la ciudad de Pachuca no lo dañen.