Mi abuelo, murió bastante joven debido a un cáncer de garganta por lo que yo no llegue a conocerle y mi madre tampoco ya que murió cuando ella tenía solo 5 años.
Mis abuelos desde el principio de su matrimonio vivían en una gran casa y en una habitación, aunque dormían en camas separadas. Tras su muerte, mi abuela no cambio en ningún momento de dormir en esa habitación ya que sentía como un sitio sagrado donde casi nadie podía acceder.
Por eso mi abuela siempre me había «prohibido» la entrada a la habitación a dicho lugar, no le gustaba que estuviera por allí curioseando y alguna vez había intentado entrar a mirar para ver como era aquella habitación tan misteriosa.
Todo el mundo entendía perfectamente que mi abuela no queria que nadie la molestara cuando ella estaba allí y que no qería que nadie durmiera en la cama que tanto tiempo llevaba sin ser ocupada desde que murió el abuelo.
Pero cuando tenía 11 años, en plena rebeldía una noche en la que no podía dormir, se me ocurrió ir a la habitación de mi abuela a dormir en la cama que estaba libre para darle una sorpresa al día siguiente. Sabia que me estaba saltando aquella «norma» pero aún así me atreví a ir.
Silenciosamente salí de mi habitación y recorrí el pasillo hasta llegar a aquella habitación, cuya puerta siempre estaba abierta. A simple vista era una habitación normal y no había nada raro en ella, pero para mi abuela era sagrada y nadie podía pasar allí mucho tiempo y mucho menos dormir en aquella cama.
Una vez en la habitación deshice la cama y me metí para dentro sin ningún tipo de temor o miedo. La cama era muy cómoda y me dormí muy rápido. Hasta aquí todo normal, podría pasar por una historia cualquiera.
Pero de repente después de un rato de estar durmiendo me desperté de golpe. No fue por ninguna pesadilla, ni desperté sudoroso, simplemente algo me había despertado. Lo primero que hice fue mirar hacia el pasillo, la luz estaba encendida y yo no recordaba para nada haberla dejado encendida. De repente noté algo en mis tobillos, una fuerte presión como si alguien me estuviera agarrando y no me dejaba moverme, pero no podía ver nada ni a nadie.
Volví a mirar al pasillo y aquí fue cuando verdaderamente me morí de miedo: Había una sombra de hombre que me observaba tranquilamente desde la lejanía. Volví a mirar a mis tobillos y todo desapareció de golpe.
Todo pasó muy rápido y el miedo me dejó en shock, estaba muy asustado ya que no sabía lo que había pasado.
Pasó un tiempo y decidí volver a mi habitación como pudiera después de calmarme ya que no quería quedarme en aquella habitación después de ver y sentir todo eso.
Salí de las sábanas y me senté muy despacio en la cama y de un acto reflejo por primera vez miré a la cama de mi Abuela y… ESTABA DESPIERTA MIRÁNDOME!! De repente empieza a hablar:
«Te dijimos que no debías pasar por aquí. TE LO DIJIMOS!!»
Con simplemente escuchar a mi Abuela hablar salí de mi habitación corriendo y me fui para mi cama. Jamás volví a entrar en esa habitación y no he hablado nunca con mi abuela de este tema. Mi familia tampoco conoce esta historia pero yo me la llevaré a la tumba.
Mi Abuela y mi abuelo Parte 2
Años más tarde y yo ya siendo un adolescente de 22 años, recordé la historia y me decidí a preguntarle a la Abuela por aquel suceso. Le comenté a mi Madre sobre la historia y sobre mi intención de querer preguntarle a mi abuela por ello.
La respuesta de mi madre fue clara: NI SE TE OCURRA! . Mi madre se alteró mucho cuando le conté la historia y más cuando le dije que tenía intenciones de preguntarle a la abuela por aquello, pero para mi era importante y mi curiosidad no iba a dejarme tranquilo si no le preguntaba.
Un día que volvimos a la casa de mi abuela yo y mi madre fuimos a comer los 3 en aquella inmensa casa. La verdad es que todo estaba a mi favor para que pudiera preguntarle, bueno todo no, mi madre no me dejaba ni un momento a solas con mi abuela. Pero mi padré aparció justo en el momento oportuno.
Os cuento, mi padre es un patoso y gafe con las nuevas cosas que compra, y todo lo nuevo que usa por primera vez, se estropean al momento de empezar a utilizarlas. Y así fue, instalaron una nueva cocina en nuestra casa por lo que empezó a cocinar en ella por primera vez y al pensar que habia apagado la vitrocerámica, dejó una olla con comida ahí y se quemó todo, saliendo humo y activandose la alarma antiincendios con un pitído muy grande para dar el aviso del humo.
Mi padre no tenia ni idea de como apagar la dichosa alarma y como estaba en shock y en tensión llamó a mi madre para que fuera y arreglara aquella situación.
Al instante decidió que lo mejor era volver a casa, solucionar el problema y luego volver otra vez a la casa de la Abuela, así que me dijo sin pensar mucho que me quedara a cargo de la abuela yo solo.
Así que nada más marchar mi madre fui donde mi abuela directamente que estaba viendo la tele y fui al grano preguntándole:
«Oye abuela, mira que quería hablar contigo… verás. cuando tenía 11 años no se si te acuerdas, decidí hacer la gracia y pasar una noche durmiendo a tu lado en la cama del abuelo, aun sabiendo que no te gustaba nada. Veras… es que creo que me paso algo que no se explicar…»
Aún no había acabado mi frase y de repente mi abuela se empieza a reír de una manera increíble, con una risa alegre de verdad, no sé que le pasaba. Tenia una enorme sonrisa de oreja a oreja y eso a mi me dejo muy confuso.
«Anda, sientate, ya iba siendo hora de que te atrevieras a preguntármelo, pensé que te habías olvidado por completo. Siéntate, siéntate…»
Ella seguía enormemente feliz y eso a mi me descolocaba.
Acabó de reirse y para entonces yo ya estaba sentado como ella me había pedido, a la espera de que dijera alguna palabra. Y así fue, lo primero que me dijo fue:
«¿En serio quieres saberlo?»
y yo ya estaba convencido, por lo que le dije que sí con ganas de saberlo. Cuando le respondí, directamente se levantó y abrió uno de los cajones de la habitación donde saco un cofre pequeñito que jamás había visto. Abrió la caja y me invito a sentarme justo a su lado para estar más cerca el uno del otro y ver lo que había en ese cofre.
La caja estaba llena de recuerdos de mi abuelo, fotos, recortes de periódico e incluso una condecoración militar. La verdad que todo era precioso, la mayoría de las fotos eran muy antiguas y casi siempre salían juntos mi abuela y mi abuelo y se veía por aquellas fotos que habían sido muy felices juntos de jóvenes. Mi abuela mientras me las enseñaba me fue contando como se conocieron, que cosas pasaron juntos… Nos tiramos viendo fotos y recuerdos durante un par de horas, mi abuela tenía felicidad en los ojos, en serio, me reconfortaba ver como tras mucho tiempo viéndola apagada por fin podría verla disfrutar y alegre contándome todo aquello. Eso me hacia sentir muy feliz a mi también.
Tras esas 2 horas se acabaron las fotos, se acabaron los recuerdos… y yo no había dicho nada durante ese tiempo, simplemente había escuchado y disfrutado de lo que mi abuela me enseñaba y contaba. Asique tras unos segundos de parón, se lo pregunte de nuevo
«Abuela… pero necesito saber que paso aquella noche…»
Pero su respuesta me dejó aún más inquieto de lo que estaba con lo que sucedió cuando tenía once años. Me dijo literalmente:
«¿Es que no te has dado cuenta que te la he dado durante estas 2 horas?»
Me dejo callado, y no volví a decir nada sobre aquello nunca más. Ella se fue a la cocina a preparar la cena y yo me puse a ver la tele, eso si, pensando en lo que me acababa de decir. De repente me di cuenta de algo y creo que encontré la respuesta, pero eso ya me lo guardo para mi.