Muchas veces como seres humanos depositamos nuestra fe a quien creemos que nos ayudará a superar nuestras dificultades de la vida y entre ellas se encuentran las religiones, donde se pide por el bien futuro y se deposita en ello todos nuestros deseos. Hay veces que nos volvemos muy devotos ya sea de alguna imagen santa, una escultura etc., sin embargo esas creencias a veces cobran vida y se vuelven poderosas, por lo que hay que tener mucho cuidado con lo que prometemos a cambio de un deseo o favor que estamos pidiendo.
Mi experiencia es única, y se las voy a relatar pero quiero mencionarles que aún no lo he superado, es más creo que nunca lo haré y tendré que vivir con esto por el resto de mis días.
Realmente para mí fue tan devastador haber perdido todo a cambio de una deuda que no me era posible pagar. A la edad de 8 años mi padre abandonó a mi madre por otra mujer y a consecuencia de ello nos echaron de la casa en la que vivíamos. Nosotros éramos tres hermanos: Alonso, Luciana y yo me llamo Roberto, desde ese momento nuestras condiciones de vida se volvieron muy precarias, la falta de dinero no nos permitía comer a veces, tanto que no nos quedó opción que humillarnos en la calle pidiendo limosna para comprar aunque sea un pan.
Un domingo mis hermanos y yo fuimos a la iglesia a pedir unas monedas ya que como era día de descanso quizás habría mucha gente y nos podían regalar unos pesos, realmente teníamos mucha hambre y en mi desesperación por ver a mis hermanitos pidiendo comida, me escondí tras una banca y robé la cartera de una señora que estaba un poco distraída, pero al darme la vuelta para echarme a correr, choqué con el cuerpo de un hombre alto, muy muy alto. Caí entonces al suelo y aquel hombre alto pero muy alto me quedó mirando fijamente y de pronto se acercó a mí y con voz suave al oído me dijo “sígueme”.
Desconcertado por aquel hombre misterioso no dude en seguirlo de todas maneras, ya que mi curiosidad de niño era muy grande y querías saber desde mi interior quién era esa persona. Me llevó del otro lado de la iglesia y después de haberme observado durante varios minutos, tomó asiento en una pequeña banqueta y me dijo: – Yo sé que tú sufres el mismo infierno, la pobreza los está acabando, pero si lo deseas, tu suerte podría cambiar desde hoy en adelante – “¿qué está diciendo?” – Así es, tu puedes decidir ahora en cambiar tu destino o seguir sufriendo en la misma miseria – Al escuchar esas palabras de aquel hombre mi estómago me recordaba que teníamos mucha hambre mis hermanitos y yo, así que dicho recuerdo me impulsó para preguntarle al hombre misterioso qué es lo que tenía que hacer para cambiar mi vida llena de pobreza y miserias. – Disculpe usted, ¿y cómo es que puedo cambiar mi destino? ¿Qué tengo que hacer? ¡Hare lo que sea necesario!, exclamé El hombre al escuchar mis respuestas y mirar mis ojos desesperados me sonrió amablemente, pero en aquella sonrisa había algo que erizaba todita mi piel, aunque si me preguntaran no sabría decirles cómo era exactamente esa sensación. Mirando fijamente mis ojos me mostró de un bolso una “santa muerte” explicándome: -Sólo tienes que pedirle con todas tus fuerzas lo que deseas a esta imagen, ella te concederá todo lo que le pidas, pero a cambio tendrás que hacer lo que ella te diga, es decir, “pagaras favor con favor” Escuchando aquellas palabras del hombre misterioso acepté la imagen, pues en mi interior me decía a mí mismo “no creo que sea tan difícil”.
Desde ese momento mi suerte cambio por completo, así es, aunque no me lo crean, todo lo que me había dicho aquel hombre misterioso era verdad. Le pedí primeramente que tuviéramos comida y en unos segundos al ir caminando un billete cayó a nuestros pies y por fin nos libramos del hambre. Así al pasar el tiempo realmente salí de aquella miseria, le pedí cualquier deseo a aquella imagen y todo se me concedió. Mi madre encontró un buen trabajo y le pagaban mucho dinero, regresamos a la escuela, yo crecí y me dedique a los negocios donde la suerte siempre estaba de mi lado, tanto así que me hice de una inigualable y cuantiosa fortuna. Ahora era un hombre inmensamente rico, mis hermanos y yo teníamos todo lo que deseábamos, desde lujos, viajes y dinero, mucho dinero. Yo siempre quise demasiado a mis hermanos, sobre todo a mi querida Luciana, ella era la luz de mis ojos, pues siempre estaba conmigo en las buenas y en las malas. Cada que la imagen de la muerte me concedía un deseo entre mis sueños siempre me mostraba lo que le iba a dar a cambio, por lo regular era donar dinero, darle dulces, jugar con ella, etc.
Eran sueños muy largos y sobre todo raros, pero siempre le cumplía lo que me pedía. Sin embargo tiempo después, las deudas que le tenía que pagar ya no me agradaban tanto, pues era situaciones donde ya no me iba a ser posible cumplirlas, desde despedir a empleados, mandar a golpear a alguien, quitarles propiedades a la gente, alejarme de amigos y familiares o sacrificar animales y lo que más me aterrorizó, fue que en mis sueños señalaba a mí hermana cómo pidiéndome su vida. Al principio intenté seguir la norma, pues recordaba de donde veníamos y de no ser por esta imagen y aquel extraño hombre seguramente hubiéramos muerto de hambre. Al comenzar a negar mis pagos con la “santa muerte”, sucesos extraños comenzaron a ocurrir dentro de mi casa y en donde yo me encontraba, desde ruidos, voces, cosas que se movían, apariciones como sombras etc.
Mis sueños entonces se tornaron pesadillas al no poder conciliarlo, ya que al entrar en un profundo descanso ahí estaba ella esperándome y en mi propio sueño me exigía que le pagara lo que aún le debía. En mi casa ya no había paz, extrañas sensaciones malignas presenciábamos todos los días, y la peor de ellas fue ver la imagen de una anciana con cabellos blancos y muy pero muy largos que nos observaba en nuestras habitaciones junto a nuestras camas, expresaron mis hermanos y también mi madre. La comida siempre nos sabía agría muy pero muy agría con un sabor amargo intolerable y lo peor de todo es que nuestros aparatos eléctricos dejaron de funcionar. Debo reconocer que todo esto me daba mucho miedo, pero yo ya no podía seguir pagando y mucho menos de esa manera. Entonces mi salud comenzó a deteriorarse, me enfermé demasiado y nunca hallaban la razón de mis enfermedades. En mis sueños la veía a ella mirándome fijamente y una voz en su interior salía que me decía: -debes seguir pagando -debes seguir pagando Mis sueños ya me asustaban y me atormentaban todos los días por lo que terminé deshaciéndome de aquella imagen, es decir la tiré a la basura definitivamente. Pensé que con ello todo iba a cambiar, pues veía a mis hermanos y mi madre realmente aterrados, pero de nada sirvió, todo empeoró.
Una noche en la cual llovía demasiado fue consecuencia para que en la energía eléctrica hubiera un fallo, en esos momentos de oscuridad vimos claramente en la ventana de nuestra sala a un hombre alto y con una chaqueta que caminaba de un lado hacia otro, los pasos de unas botas se escuchaban muy claramente como si aquel extraño caminara de un lado a otro. Temblando de miedo observamos aquel ser que se encontraba afuera de la casa en el patio principal, por supuesto que nadie quiso mirar por la ventana, ni mucho menos yo me atreví aunque me consideraba el más valiente. Tocaron entonces varias veces la puerta de tres en tres golpes una y otra vez, entonces le dije a mi hermano – Vamos por un bat, debemos evitar que entre, no sabemos quién es. La puerta seguían golpeándola, pero ahora mucho más fuerte tanto que la bisagra que la sostenía estaba a punto de caerse.
Mi madre y mi hermana abrazándose una a la otra se encontraban aterradas y solo miraban la puerta la cual estaba a punto de caerse. Los golpes de repente se detuvieron y una ráfaga de viento entró por todas las ventanas de la casa provocando que todos los cristales se rompieran y algunos de ellos nos lastimaran, entonces con la fuerza de aquel viento todos caímos al piso y al fin la puerta se abrió de golpe. Yo aterrado de miedo no pude contenerme y apreté mis ojos lo más que pude, hasta que un extraño olor me puso mas nervioso de lo que yo estaba. De pronto escuché una voz que decía: -¡vengooo pooor miii deuuuda! Abrí entonces los ojos muy lentamente mientras mi madre y mi hermana seguían abrazadas detrás del sillón totalmente aterradas. Yo me levanté del suelo, y con el poco valor que me quedaba me paré frente a aquel ser y le dije: -¿Cuál deuda?- Se acercó a mí y me tocó la frente con una mano totalmente de hueso y me llevó hacia mis recuerdos pasados, donde me negaba a seguirle pagando todos los favores con los que me había ido mejor en la vida, y el último pago que me había negado a darle fue más que nada la vida de mi propia hermana, tanto me resistí a ello que borré de mi memoria aquella deuda que tenía que saldar para no atormentarme en hacerlo. Era mi hermana lo que más quería así que ¿cómo iba a dar su hermosa vida? “nunca” me dije a mi mismo y logré borrar aquel recuerdo.
Caí nuevamente al suelo y miré los ojos de mi hermana los cuales al mismo tiempo derramaron unas lágrimas reprochándome lo sucedido. Intenté entonces acercarme a ella, pero aquel extraño ser me lo impedía cada que lo intentaba, la última vez me lanzo y terminé golpeado de la cabeza. Aún así seguía intentando proteger a mi familia, mi hermano aún permanecía inconsciente porque cuando la ráfaga de viento entro lo golpeó en la cabeza. De pronto mi querida hermana ya estaba en las manos huesudas de quien parecía ser “la santa muerte” la tomó del cuello elevándola a lo alto y al mirarla frente a sus ojos una luz brillante salía del cuerpo de mi hermana. Atrás del sillón unas cadenas estaban en el suelo de la ventana, así que con tanta desesperación las tomé y lancé a la muerte para que soltara a mi hermana, pero éstas comenzaron a flotar en el techo y se lanzaron hacía mi con unas puntas filosas, pero en un instante mi hermana había aparecido enfrente de mi quedando atrapada con la cadena que le perforó el corazón. Lentamente ella caía entre mis brazos con su sangre derramada a chorros. En eso la muerte asintió con la cabeza y con voz diabólica me dijo: “Gracias, al fin, tu deuda está cobrada”…. Y desapareció lentamente en la obscuridad.. Mi hermanita entonces perdió la vida, mi madre enloqueció y está en un psiquiátrico, mi hermano entonces huyó de la casa y se perdió en las drogas y por último yo mismo perdí todo y ahora vivo en la calle vagando por todos lados pidiendo caridad y un poco de limosna.