Secuestrado por los OVNIS

Las abduciones al principio eran considerados como una nueva patología mental por los psiquiatras y médicos, pero, a medida que investigaban, descubrieron que la cuestión era mucho más compleja…

El suceso tuvo lugar en la localidad pontevedresa de Tuy en el año 1989, cuando nuestro informante contaba sólo con 10 años de edad. “Era un día de verano del año 1989 –asegura y recuerdo que venía de ayudar a mi tío a lavar su coche. Serían aproximadamente las diez de la noche, pero todavía no había oscurecido del todo. Regresábamos hacía Tuy y muy cerca del pueblo vimos cómo de un terraplén enorme que queda a mano derecha de la carretera salió de repente un objeto esférico luminoso, muy grande, que debía medir más de 200 metros de diámetro”.

El OVNI se plantó frente al coche a muy baja altura. El tío de Juan decidió parar y ambos salieron del automóvil para observar detenidamente el “espectáculo”; lo siguiente que recuerda Juan es que se encontraba dentro de una rampa de luz ascendiendo hacía el objeto volador. “Iba con los brazos para atrás y el cuerpo hacía delante, sólo podía mover ligeramente la cabeza; a mi izquierda mi tío también ascendía hacia la luz en la misma posición. Lo siguiente que me viene a la mente es que estábamos otra vez junto al coche y la luz había desaparecido. Muy asustados, reemprendimos la marcha, pero al llegar a casa mis padres y mis abuelos ya nos estaban buscando porque pasaban algunos minutos de las doce de la noche… Desde el lugar donde lavamos el coche hasta el pueblo no se tardan más de quince minutos, como mucho. Perdimos, por lo tanto, dos horas de nuestras vidas”.

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Con el paso de los años, Juan comenzó a recordar algo de lo sucedido durante esas dos horas de “tiempo perdido”: “Me vienen a la mente como flashes cada cierto tiempo, y así siete u ocho años después de la experiencia recordé que estaba acostado en una especie de camilla, en una habitación circular muy luminosa con gente a mí alrededor.

Hace cosa de unos meses, nuevos recuerdos me hicieron reconocer las facciones de estos seres, o lo que fueran, que andaban alrededor de la camilla”. Juan toma mi cuaderno y empieza a dibujar a uno de los típicos “grises” implicados en casos de abducción a lo largo de todo el planeta: seres de baja estatura, con una cabeza desproporcionada en forma de pera invertida y unos almendrados y enormes ojos negros.

¿Qué son las abducciones?

En todo el mundo, casos como el anterior llenan diferentes archivos. ¿A qué clase de fenómeno nos enfrentamos? Para la mayoría de los ufólogos estamos ante episodios de secuestros de seres humanos por una o varias civilizaciones extraterrestres; otros se inclinan hacía una explicación dimensional.

Para algunos médicos y psicólogos que se han enfrentado al fenómeno de las abducciones las explicaciones son diferentes: una nueva patología mental, determinados procesos químicos del cerebro, influencias de los medios de comunicación… Por el contrario, hay profesionales de la salud que opinan que nos encontramos ante algo real, externo a la mente del individuo.

Lo interesante es que, independientemente de la naturaleza del fenómeno, varios de estos profesionales han puesto en práctica diversos tratamientos médicos para los casos de presunta abducción extraterrestre. En algunos de los sucesos reportados, el individuo vive en un momento determinado una experiencia de secuestro, pero en otros, este primer “encuentro” da lugar a nuevas experiencias: más secuestros, avistamientos de Ovnis, fenómenos paranormales, etc.

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A partir de los años 80, las abducciones ya no se producen en carreteras solitarias o lugares apartados, sino en la intimidad de la vivienda del secuestrado. Son los llamados casos de visitantes de dormitorio.

Del contacto a la abducción

Juan A., vecino de un pequeño pueblo gallego, se dirigía a su domicilio una noche de 1997 junto a su mujer, cuando divisaron en un monte un enorme foco de luz. Como el camino era descendente, perdieron de vista el extraño objeto, por lo que Juan decidió regresar sobre sus pasos. Mientras, su esposa lo esperaba detenida a unos 40 metros .

“El foco de luz ya había desaparecido por lo que decidí regresar. De pronto vi. una bola de fuego de algo más de un metro de diámetro que pasó sobre la cabeza de mi mujer y se dirigía hacia mí”, rememora Juan. Al llegar a su posición, “la bola de fuego se quedó parada a unos cuatro metros sobre mi vertical”. El testigo sintió como los pelos del cuerpo se le erizaban debido a la electricidad estática que desprendía el objeto. Además, hacía un ruido parecido al que se produce “cuando dejas caer arenilla en un papel seco”.

Lo impresionante del caso es que ni Juan A. ni su esposa recuerdan cómo desapareció “esa bola roja con llamas alrededor”. Simplemente saben que, aunque se encontraban en el mismo lugar, había pasado una media hora. Cuando a principios de 1999 entrevisté a este matrimonio, la mujer no quería ni recordar el incidente. Pronto descubrí que ésta no era la única experiencia OVNI de mi interlocutor. Desde su infancia había sido testigo de la presencia de extraños objetos luminosos e incluso en varias ocasiones pudo ver a sus tripulantes.

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También el protagonista de nuestro siguiente caso, Fernando M., había sido testigo de un interesante avistamiento OVNI antes de protagonizar una presunta abducción. En octubre de 1986, Fernando se dirigió a una solitaria cantera del municipio coruñés de Culleredo con la intención de probar su moto, que había sacado del taller. A eso de las 21:00 horas, cuando estaba empezando a oscurecer, Fernando se sentó en una roca para contemplar el cielo.

Entonces distinguió una “estrella” que parecía moverse. La luz fue aumentando considerablemente de tamaño. Repentinamente, la parte inferior de la esfera blanca se descompuso en siete objetos más pequeños de forma triangular. Uno de ellos se acercó al asustado testigo, que intentó poner en funcionamiento su moto sin éxito. De la panza del triángulo salió un haz de luz por el que descendieron dos pequeños seres tipo “gris”.

Tomaron a Fernando por los brazos y lo introdujeron en la luz, por la que ascendieron al OVNI. Allí el testigo vio a más “grises”; permaneció tumbado un rato en posición horizontal y sintió un fuerte pinchazo en uno de sus brazos. El siguiente recuerdo que le viene a la mente es verse de nuevo en la cantera, al lado de su moto y sin rastro del OVNI. Cuando regresó a casa, su familia le recriminó su tardanza. Fernando había perdido casi dos horas y poseía una herida en el brazo en el que le habían pinchado.

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